Cualquier buen estratega de comunicación política sabe que para posicionar correctamente el mensaje de un candidato durante una campaña debe centrarse en dos o tres principales, que deben ser los de mayor impacto en el electorado. Sin embargo, también se deben hacer posicionamientos estratégicos en los sectores productivos. Justo cuando estamos a 20 días de las elecciones -en esta recta final- cierran los presidenciables sin una clara propuesta sobre la industria de energía.
Más allá de las arengas populares y los pronunciamientos de los presidenciables, no hay claros mensajes hacia el sector energético sobre el probable futuro sexenal, peor aún, no existen fuertes relaciones de los inversionistas por lo menos con los tres principales candidatos a la Presidencia de la República en México, de acuerdo a los comentarios que me hicieran algunos empresarios de la industria. Adicionalmente, los arranques de Donald Trump desde Estados Unidos, junto con el reciente descalabro del Partido Liberal en Canadá anticipando un debilitamiento para Justin Trudeau, empieza a caer el fantasma de la incertidumbre en la industria que apuesta por el avance de las energías para la siguiente década.
Si bien, José Antonio Meade Kuribreña es el candidato que más se acercó a plantear una postura sobre el sector, genera un poco más de certidumbre su pasado, que su propia campaña. El tinglado de gran calado con reconocimiento internacional que soportó la reforma energética promulgada apenas el 12 de agosto de 2013 con Enrique Peña Nieto, en realidad fue un largo proceso que se empezó a diseñar desde la presidencia de Felipe Calderón Hinojosa, tiempo en el que compartió Meade del 7 de enero de 2011 al 9 de septiembre de 2011 como secretario de Energía del gobierno federal.
Por otra parte, aunque Andrés Manuel López Obrador en las recientes semanas moderó sus planteamientos contra el empresariado, durante toda la campaña reforzó su inconformidad a la reforma energética, prometiendo que de ganar la Presidencia de la República haría una consulta pública para revertirla, desde ahí ya está inclinando la balanza para su lado; además insiste en revisar los contratos petroleros otorgados por el gobierno de Enrique Peña Nieto con énfasis en Petróleos Mexicanos (PEMEX), que precisamente su pasado tiene como sus primeros actos que lo catapultaron como líder social juvenil cuando tomó instalaciones de PEMEX -incluso amarrándose él mismo- en su natal Tabasco. Todo ello se le suma su ardid por congelar los precios de las gasolinas, una iniciativa que regresaría a la década de los 80´s provocando en aquellos años el desequilibrio entre las finanzas públicas y el desabasto nacional de los hidrocarburos.
En ese sentido, los empresarios del sector han puesto de su parte conciliación con Andrés Manuel López Obrador pues están en juego más de 160 mil millones de dólares provenientes de los inversionistas hacia el Gobierno Mexicano que sigue siendo el rector de toda la energía del país y no únicamente del petróleo como el tabasqueño ha posicionado magistralmente en la mente del electorado. ¿Matizaría su postura paternalista? ¿Usted qué opina? www.daviddorantes.mx
