El Dólar
Compra:
$16.00
Venta:
$17.00

Carnalito

Desde que yo nací, se dedicó a cuidarme. En ese entonces tenía él ocho años de edad y estaba en la primaria. Tal vez mi llegada al mundo fue lo que lo orilló a ponerse a trabajar a tan temprana edad. Boleaba y vendía el periódico, y con lo poco que ganaba contribuía en el gasto del hogar, pues la carga económica recaía en mi madre, que se mantuvo soltera después de mi nacimiento, y trabajaba dos turnos en un restaurante, para que le pudiera alcanzar para el gasto. A mi corta edad me quedaba al cuidado de mi tía, con quien compartíamos la vivienda, y me críe con mis primos. Lo recuerdo llegando a casa siempre cargando algo de comida para mí, y cuando no era así simplemente acudía a la tienda que estaba frente a la casa y compraba algo, que a veces comíamos a escondidas en nuestro cuarto, pues era poco para convidarlo con los demás habitantes de la morada.

Siempre evocamos aquella frase infantil mía de: “manito, manito, compra coca”, en alusión a que comprara el clásico refresco, que convidábamos de una envase de 763 mililitros. Cuando mamá se casó con papá, nos mudamos de la vieja vivienda de la colonia Victoria, a otra vieja vivienda de la colonia Zaragoza, pero ya nada más éramos cuatro, aunque más después cinco, pues nació mi otro hermano, a quien él, que ya trabajaba en un consultorio, le compraba pañales y leche. Mucho tiempo pasamos juntos, me llevaba al cine, me paseaba en la bicicleta, e incluso me iba con él a trabajar.

A los 18 años se casó, y confieso que fue un duro golpe para mí. No obstante para mi buena suerte se mudó a una casa contigua al terreno donde estábamos, por lo que nos seguíamos frecuentando a diario, y a veces me pasaba más tiempo en su casa, que en la mía. Al poco tiempo nació su hija, que ahora me tocó a mí cuidarla. Más adelante ingresó al periódico El Diario como reportero, e igualmente me iba con él.

Después se hizo cargo del archivo del periódico y me puso a trabajar para él, y me pagaba de su propio sueldo, a la vez que yo hacía mandados en el lugar, y me ganaba un dinero extra, con lo que me quite de andar de vago en las calles. Se me llegó la oportunidad de ocupar un espacio en el periódico, aunque solo fue por tres meses. Después me fui a la prensa, y entonces él se salió de El Diario, y se fue a otros medios, hasta aterrizar en el Laredo Ahora, a donde me jaló, me consiguió una cámara y me puso a tomar fotos. Logró colocarme, junto con la ayuda de Don Jesús Valdez Gutiérrez, como empleado de dicha casa editora, y así empezó mi trajinar en los medios. Me enseñó a escribir en computadora y muchas otras cosas, incluso esquemar, que era como se llamaba el formar el periódico en la computadora. Después yo abandoné el Laredo Ahora, ante una oportunidad de nueva cuenta en El Diario, gracias al ingeniero Marco Guillermo Villarreal Marroquín, pero ahora como reportero. Ya estando allá una vez Luis Federico Villarreal Marroquín, quien era el director, cierto día se puso a enseñarnos a esquemar, y como yo ya tenía idea de ello, y lo hice bien, me dijo “saliste más chingón que tu hermano”. Yo solo me reí para mis adentros, pensando “si fue mi hermano el que me enseñó”.

Y así ha sido gran parte de mi vida, mi hermano, quien lleva por nombre Antonio Martínez Contreras, fue el que me instruyó gran parte de lo que sé en la vida. Fue él que me guio y me mostró el sendero. Que se me haya facilitado tomar esa senda, por suerte o por empeño, o por lo que haya sido, esa es otra cosa, pero sí estoy convencido que nada hubiese podido ser, sin su apoyo. Nada hubiera sido fácil para mí, si no me hubiera agarrado de la mano, sino me hubiera cuidado, porque en realidad nunca tuvo la obligación de mantenerme, y sin embargo la hizo de padre para mí, cuando ni siquiera tenía idea de lo que era esa responsabilidad.

Tal vez ahora a mí me toque ayudarle a él, cuando tiene alguna dificultad, y claro que lo hago con mucho gusto. Hace poco uno de mis hijos me dijo “tú siempre le has ayudado a mi tío Toño, ¿verdad papá?”, a lo que yo le hice saber que a él le ha tocado ver eso, pero no le tocó ver cuando él me ayudó a mí, y les cuento esta historia aquí plasmada, como igualmente el que solo una vez en la vida hemos peleado, y no hemos tardado más de 48 horas en pedirnos perdón mutuamente, porque simplemente no podemos estar enojados el uno con el otro, pues siempre nos hemos procurado, tal vez él más a mí que yo a él, eso lo sé, como igualmente sé que siempre ha estado orgulloso de mis triunfos, muchos de los cuales he conseguido gracias precisamente a su respaldo. Gracias carnalito, por todo. Dios me permita seguir teniendo la dicha de que permanezcas a mi lado por mucho más tiempo. Hay más cosas por hacer, y juntos seguiremos emprendiéndolas.

Concebido como una nueva plataforma tecnológica de impacto regional, Lider Web trasciende más allá de lo tradicional al no ser únicamente una nueva página de internet, sino más bien un portal con información al día que integra a los diferentes medios que conforman El Grande Editorial: Líder Web y Líder Tv

Contactanos:
Tel: (867) 711 2222
Email: editor.liderweb@gmail.com

Social

805 Follows