Pese a que ganó la elección y es Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador se empeña en seguir actuando como candidato.
Hasta antes del 1 de julio del 2018, sus dichos y ocurrencias eran tomadas como tal; como el candidato que fue desde 15 años antes. Pero después de su triunfo, sus ocurrencias ya no son las de un candidato sino las de un Presidente electo y eso es lo que les da un carácter de seriedad y provocan reflexión, temor, dudas.
Cuando nos anuncia una consulta sobre el aeropuerto de la Ciudad de México y nos dice que está a favor del proyecto de Santa Lucía, nos mueve a la reflexión: si como Presidente electo actúa como tirano haciendo una consulta no legal¿qué podemos esperar cuando ya esté en funciones?
Y lo mismo ocurre con la caravana de migrantes. ¿Cómo es posible que en un país de más de 50 millones de pobres y con una tasa de desempleo del 3.3 por ciento –equivalentes a 1.9 millones de personas– les ofrezca visas de trabajo? ¿Y los mexicanos qué?
Primero hay que acabar con el desempleo en México, generar empleos bien pagados, atacar la pobreza no con discursos sino con hechos y después se podrá pensar en abrir las puertas a la migración legal.
AMLO insiste en seguir como candidato, porque es más cómodo prometer que cumplir como gobierno, y sin embargo tendrá que hacerlo a partir de diciembre.
AMLO llega a la presidencia de la república en medio de grandes expectativas. Ojala que pueda cumplir con todo lo que prometió, que no le pase lo que al Presidente de Francia, Emmanuel Macrón, que también llegó con grandes expectativas, no pudo cumplir y los franceses están desencantados. Doscientos años atrás, ahí mismo en Francia, Napoleón Bonaparte llegó al poder con el respaldo de ejército y del pueblo, ese que nunca se equivoca, según los políticos, y terminó preso en la isla de Santa Elena.
Y aquí en México, Vicente Fox llegó al poder con el respaldo popular, con un costal de promesas y terminó detestado.
Lo del tema del aeropuerto enredó al Presidente electo y sea cual sea el resultado, le va a cobrar una alta factura: Si cancela el proyecto de Texcoco, mandará una mala señal al interior y exterior del país, y nos exhibirá como una república bananera; si sigue adelante, quedará como un caprichoso que no hizo caso a quienes aconsejaban continuar el proyecto.
Pero además, si la participación ciudadana es baja, de menos de 40 millones, será la señal de que como gobierno aplicará consultas con el mismo método y en el que en un país de 124 millones de habitantes no importe que en la consulta solo participen, 100 mil, 200 mil, a fin de cuentas podrá argumentar que la participación fue abierta y el que no lo hizo fue porque está de acuerdo con el resultado.
La consulta del aeropuerto es un capricho, una barrabasada de alguien que no quiere asumir su responsabilidad y busca apoyar sus decisiones en el “pueblo”, esa masa que hoy recibe a un individuo como héroe y mañana lo lincha, porque no tiene memoria.
