Desde finales de agosto advertí en este mismo espacio editorial, en mis Apuntes titulados “No habrá triunfos contundentes”, haciendo referencia que las siguientes elecciones tendrán resultados cerrados entre dos competidores y que serán impugnados judicialmente fuera cual fuera la votación final para cada uno. Esta primicia quedó más que evidente en las elecciones en Estados Unidos, de la que deja muchas enseñanzas para la comunicación política, empezando que se le debe aprender de la estrategia de Donald Trump.
La primera cruda enseñanza que daría la estrategia de Donald Trump se dio en las elecciones de 2016, cuando todo apuntaba que el triunfo lo tenía la demócrata Hillary Clinton por sus casi tres millones de votos de diferencia que superaban a su oponente republicano, sin embargo, un error de cálculo en la estrategia territorial del equipo demócrata descuidaron los votos electorales –que son los que dan el triunfo para llegar a la Casa Blanca, de acuerdo al sistema político-electoral de Estados Unidos- obteniendo 77 votos electorales menos que el millonario Trump.
Ahora, en 2020, los estrategas de Donald Trump vuelven a dar otra lección digna para analizarse en profundidad. Pese a la personalidad del millonario republicano, sumado el desgaste del ejercicio del poder, considerando que la imagen de un Estados Unidos potente se desquebrajó al interior del país que trastocó uno de los tres temores del estadounidense promedio combinado con otro de esos temores: la salud pública está vulnerada por un nuevo virus. Con todo eso, el candidato Trump fue altamente competitivo.
Claro, los estrategas demócratas aprendieron de la lección de 2016 y pese a tener un candidato que no emocionaba, que no sabía conectar con el electorado, pudieron hacer de Joe Biden una figura que fuera altamente competitivo. Solo para tener en claro, con la finalidad de empoderar al demócrata al finalizar las elecciones, están promoviendo la idea que “es el candidato demócrata más votado de la historia, incluso más que Barack Obama”, algo que no es una verdad absoluta; es cierto, con más de 70 millones de votos lo hace el más votado de la historia, pero la población de Estados Unidos creció en los últimos doce años, teniendo este dato en porcentajes la primicia publicitaria no es verdad: Obama sigue siendo el campeón de las urnas obteniendo 23 por ciento de la votación contra 21 por ciento de Biden.
¿Qué se le puede aprender de la estrategia de Donald Trump? Son tres líneas estratégicas fundamentales:
1. Segmentación del mensaje
Tener un mensaje rector que se pueda modificar ligeramente segmentar: posicionar una sola idea.
2. Segmentación del electorado
Tener muy claro la segmentación y hasta microsegmentación del electorado: persuadir por unidad.
3. Movilización estratégica
Efectuar la movilización de los votantes con tiros de precisión hacia la meta electoral: asegurar la estrategia.
Antipático, grosero, ególatra, misógino y hasta abiertamente mentiroso, con todo esto ¿cómo pudo ser tan altamente competitivo en las urnas? Por eso menciono, que hay mucho por aprender de la estrategia de Donald Trump. ¿Y tú, qué opinas? www.daviddorantes.com
