Todos, bueno casi todos, quieren que le vaya bien a México y si ese objetivo pasa por el bienestar del Presidente Andrés Manuel López Obrador, que le vamos a hacer.
Lo decimos porque en las últimas semanas, el mandatario “en funciones”, ha tenido una cadena de incidentes que poco ayudan a la imagen del nuevo gobierno y que ya vimos, se complican cuando nos remitimos a la expresión de que “la mujer del César no solo debe ser -honesta-, sino parecer”.
Y es aquí donde pensamos que el Presidente se ha diseñado lo que bien parece ser “una camisa de fuerza”. Afirmar que no miente, no roba y no traiciona son palabras mayores cuando en la operatividad de un gobierno, muchos apuestan a que tarde o temprano, los suyos en familia o cercamos en el poder fallen a las premisas del comandante supremo.
Imponer salarios de no más de 108 mil pesos, de origen es carne fresca para los tiburones más chimuelos del país, sin embargo, las posibilidades de que la contratación en el gobierno baje de calidad es tema serio.
No le vemos sentido a simular pobreza a comer en tupperware como lo hizo Batres, o a avanzar en bici rumbo al Senado como lo realizó Monreal quien baila en la delgada línea roja de la humildad y la ficción política.
Así, viajar en avión comercial para el presidente empieza a ser ya un suplicio. No para él, se ve que lo disfruta y su discurso es congruente, pero en términos de efectividad no abona.
Se escucha bien que exprese que el poder es humildad y que el mismo, solo tiene sentido y se convierte en virtud cuando está al servicio de los demás.
“Entonces nada de fantocherías, se acabó ya el que haya políticos fanfarrones, prepotentes, fantoches”, expresó a los medios que en paralelo registran que nada detendrá la construcción del aeropuerto Internacional de Texcoco.
Vaya debate, en medio de otros incidentes que no tienen sentido de ser. Si su hijo se lesiona, la atención debe ser en el sitio más cercano, sin que medie que éste sea, una institución de salud del orden federal o una clínica particular.
Y el tema de seguridad, todos coindicen en que, el Estado Mayor Presidencial se convirtió en un organismo militar de élite sobre el que privan, montones de historias sobre el abuso de poder y agresiones a los derechos humanos de los ciudadanos.
Una aplanadora de militares que nadie quiere más, sin embargo, por qué ir al otro extremo de la realidad. Apenas este fin de semana Patricia Velarde Gutiérrez, se agarró de la ventana del lado del copiloto donde estaba sentado el próximo presidente de México, para entregarle un documento.
Terminó lesionada y el mismo presidente se bajó a auxiliarla. Gracias a Dios que no terminó bajo una llanta.
Incidentes que nos llevan pensar que cuando Andrés Manuel habló de decencia, no pensó en el equipo y sus antecedentes y si lo hizo, pensó en la buena fe de que todos cambiarían de modos disipados de vivir.
“Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no le alumbre”. Es por el bien de todos…
OTROSI: Y en la misma tónica el alcalde electo Xico González, analiza bajar sueldos.
18 pendientes…
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