El Dólar
Compra:
$16.40
Venta:
$17.40

Aire

De repente la gente que pululaba por la céntrica plaza empezó a batallar para respirar. Jalaban aire con dificultad y se miraban azorados unos a otros, porque a todos les pasaba lo mismo. Todos daban desesperadas bocanadas para adentrar en sus pulmones un poco de oxígeno. Con la desesperación no todos se dieron cuenta que las hojas de los árboles no se movían, estaban estáticas y no se mecían al viento, porque ni viento había. Algunas personas empezaron a doblarse y a caer en el piso, asustados, otros llorando pues no entendían lo que estaba pasando, el por qué faltaba el aire. Y yo en medio de todos ellos, azorado, preguntándome si sería un ataque terrorista, o el aire se había contaminado con algún químico y estaba causando los referidos estragos. Se empezó a escuchar el ulular de sirenas y la gente volteaba a todos lados en busca de ayuda de paramédicos, pero estos también estaban batallando para respirar y si habían encendido las torretas y sirenas era precisamente en señal de auxilio. Y yo ahí en medio de todos ellos, pero aun respirando, sin tanta dificultad como otros. De repente escuché una radio encendida desde la cual se empezó a difundir la noticia de la falta de aire, y quien la daba era un conocido mío, un comunicador radiofónico cuya voz se escuchaba sofocada, en clara evidencia de que también estaba siendo afectado por el hecho. ¡Dios mío! ¿Qué es lo que está pasando?, era el clamor generalizado, y era a la vez el mismo clamor mío, ahí en medio de todos ellos. Algunos se empezaron a refugiar en la iglesia situada justo frente a la plaza, evidentemente con el afán de rezar y pedir a Dios que cesara dicho castigo, o al menos encomendarse a él al considerar que el final de sus existencias había llegado, que estábamos al borde del fin del mundo, del acabose de este planeta llamado Tierra, asustados a más no poder toda vez que algunos cuerpos yacían ya inertes en el piso, y en breve más seres habrían de tener el mismo fin. Llegó el momento en que la gente enloqueció y empezó a aferrarse a lo que podía como intentando jalar aire de donde fuera, aventando cuantas cosas se encontraban y estrujando a los demás como queriendo quitarles el poco aire que aún les quedaba. Y justo en ese momento desperté, y en la televisión que había dejado encendida se daba un amplio informe de los incendios en el Amazonas. El origen, las causas, las pérdidas y el intenso daño ocasionado. Entendí entonces que mi subconsciente, al estar escuchando esa información me había generado una pesadilla donde nos faltaba el aire y nos estábamos muriendo de asfixia. Sin embargo al borde de la cama entendí que mi sueño bien podría volverse una realidad, si justamente no hacemos nada para salvar nuestro mundo. La mujer que daba la noticia dijo entonces que habría que trabajar mucho para reforestar las áreas siniestradas, y que se requerirán millones de árboles para lograr reponer los que se incendiaron, pero sobre todo el oxígeno que generaban, al representar dicha zona el principal pulmón del planeta. Fue entonces que me propuse dos cosas, sembrar por mi parte árboles, donar árboles para que otros los siembren, y sobre todo hacer conciencia entre la gente de la necesidad de sembrar árboles, por nuestro propio bien, pero sobre todo por el bien de las próximas generaciones. Porque quiera Dios y no ocurra, pero va a llegar el momento en que nos van a cortar el oxígeno por no pagarlo.

Concebido como una nueva plataforma tecnológica de impacto regional, Lider Web trasciende más allá de lo tradicional al no ser únicamente una nueva página de internet, sino más bien un portal con información al día que integra a los diferentes medios que conforman El Grande Editorial: Líder Web y Líder Tv

Contactanos:
Tel: (867) 711 2222
Email: editor.liderweb@gmail.com

Social

805 Follows