Más visibles que nunca

CIUDAD DE MÉXICO.- “¡Cómo se nota la ausencia de las mujeres!”, afirma Rodolfo Castillo, mientras voltea las tortillas recién hechas en el comal, para que Valentín las rellene con los guisos y Rubén reparta los tacos entre las mesas.

Él es propietario de la taquería Ta’ con Maiz, y comenta que en ese establecimiento laboran dos chicas, a quienes ellos sustituyeron ayer, pero prefirió cerrar la otra sucursal porque ahí todo el personal es femenino.

“Yo les dije que estaban en todo su derecho de no venir a trabajar porque estoy de acuerdo en que se sumen al paro nacional.

“Hay que apoyarlas por toda esta violencia tan fuerte contra ellas, para presionar y que deje de suceder”, menciona convencido.

Rodolfo notó también que su clientela bajó, más o menos en un 40 o 50 por ciento.

“Muchas damas son parte de nuestros clientes porque en esta zona del Obispado trabajan muchas oficinistas, secretarias, enfermeras y doctoras, y ahora no están”.

La ausencia femenina fue evidente en calles, planteles escolares, universidades, centros comerciales, tiendas de autoservicio, medios de transporte, supermercados y empresas, por lo que, además, el tráfico se aligeró en toda la Ciudad.

En algunas instituciones bancarias los usuarios fueron atendidos por cajeros y algunas sucursales cerraron y colocaron un aviso en el que se leía: “No abrimos el 9 de marzo. La mayoría del talento de esta sucursal es mujer… Agradecemos su comprensión”.

Por lo vital de su labor, enfermeras y doctoras del Hospital de Gineco Obstetricia del IMSS decidieron trabajar, pero se unieron simbólicamente al histórico paro nacional #UnDíaSinNosotras, convocado ante la creciente ola de feminicidios en México.

Ellas vistieron prendas o moños en morado y se tomaron fotografías antes de iniciar su jornada. Una de ellas sostuvo cartulinas con las que formaron un lazo color púrpura.

“Somos mujeres trabajando por mujeres”, resalta una de las doctoras. “No podemos abandonarlas”.

A metros de ahí, y sin tener claras las razones del paro, Mary González se afana en apilar cajas de plástico para instalar su puesto improvisado de frituras.

“Hay que sobrevivir”, lanza esta mujer madura. “No puedo quedarme en mi casa. Hay que ganarse la vida”.

Entre el bullicio del Mesón Estrella, Teresa carga un par de bolsas con las compras que ha realizado.

“Si no hace uno las cosas, ¿quién las va a hacer?”, cuestiona. “Yo tengo un negocio chiquito de tamales y, necesariamente, tengo que venir a surtir”.

Colegios como el CUM Gonzalitos, cerraron, y en el AIM y el Madison realizaron jornadas de reflexión sobre masculinidad con los alumnos y padres de familia que cuidaron a los niños.

Casi sólo alumnos y maestros asistieron a la UDEM y a la Escuela Superior de Música y Danza, en tanto que en la explanada de Rectoría de la UANL, el Frente Universitario Feminista se hizo presente con talleres de poesía, defensa personal y charlas sobre feminismo.

En Costco de Avenida Lázaro Cárdenas, los cajeros y otros empleados atendieron las largas filas que se formaron en las cajas y en el área de comidas, ante la impaciencia de algunos clientes.

Mientras que en una de las nueve sucursales de Caesars Stylist, dentro de Plaza Fiesta San Agustín, César de la Garza, su director, cuenta que desde hace 15 días se tomó la decisión de que las estilistas y el personal femenino, en general, se sumaran al histórico paro nacional contra la violencia.

“Lo más importante para nosotros son los valores, la mujer, y todo lo que ellas representan ante la sociedad”, comparte de la Garza.

En esa cadena de estéticas laboran más de 150 mujeres, y ayer sólo estaba el 5 por ciento del personal, que corresponde a varones. Tampoco hubo tantas clientas.

De hecho, varios negocios de esta plaza cerraron o acortaron el horario en solidaridad con el 9M.

Por la poca afluencia femenina, comerciantes describieron este día como un lunes cualquiera, antes de quincena.

“De veras que cómo son necesarias las mujeres”, reitera de la Garza.

Y, ayer, su ausencia las hizo más visibles que nunca.