Nuevo Laredo, Tam.— En Nuevo Laredo, Tamaulipas, la sombra del crimen organizado y la corrupción política se entrelazan en una red clandestina que mantiene asfixiado el sistema democrático local. El Clan Carmona, liderado por la viuda de Sergio Carmona, Perla Sharaza McDonald Sánchez, junto al Cartel del Golfo, han tejido una maraña de complicidades para retener el control del Gobierno Municipal a través de testaferros y operativos clandestinos.
Cuatro funcionarios municipales han solicitado licencia para dejar sus cargos y sumergirse de lleno en la campaña de reelección de Carmen Lilia Canturosas Villarreal. Gonzalo Hernández Carrizales, ex jefe de la Oficina de la Presidenta, impuesto inicialmente por el fallecido Sergio Carmona y ahora por su viuda, lidera esta coordinación bajo las órdenes del Clan Carmona y el Cartel del Golfo.
Pero la corrupción no se detiene en estos nombres. Otros ex funcionarios, aunque no han renunciado oficialmente, operan desde la clandestinidad en Laredo, Texas, moviendo los hilos de la campaña de Canturosas. Adrián Alexandro López Villanueva, José Armando Garza Faz y Martín Morga Martínez, exdirectores municipales, son parte de esta oscura trama que busca perpetuar el control del poder local en manos de intereses criminales.
Figuras como Rolando Martín Guevara González, secretario del Ayuntamiento, el tesorero municipal, Roberto Herrera Juárez, y Marla Isabel Montantes González, secretaria administrativa del Gobierno Municipal, también están implicados en esta red de corrupción. La lista continúa con la participación de la arquitecta Silvia Ariadna Fernández Gallardo Boone, gerente de COMAPA, y el regidor Sergio Ojeda Castillo, alias “Cheko”, quien aspira a un escaño legislativo.
El oscuro pacto entre Sergio Carmona y Carmen Lilia Canturosas durante la pasada elección municipal, donde Carmona cedió el terreno político a cambio de favores y bajo un financiamiento ilegal proveniente del huachicol, ha dejado una estela de corrupción y violencia en la ciudad.
Ahora, con la viuda de Carmona cobrando deudas y extendiendo sus tentáculos, Nuevo Laredo enfrenta un futuro incierto, con la sombra del narcotráfico y la corrupción político-administrativa cubriendo cada rincón.
La democracia está amenazada, y mientras el gobierno municipal sigue estando en manos del Cártel del Golfo y el Clan Carmona, la ciudadanía enfrenta la difícil tarea luchar por un cambio real que rompa los lazos de complicidad que asfixian la libertad y el progreso en Nuevo Laredo.
