Aunque para todo candidato político prevalece la idea que siempre será mejor ganar, bajo cualquier circunstancia, lo cierto es que en ocasiones se gana perdiendo y en otras de pierde ganando. La batalla electoral que se vivió en el Estado de México, en realidad fue de altibajos casi cardíacos, en la que antes de las elecciones del 4 de junio en ciertos War Room (Cuarto de Guerra) querían que ese día fueran las elecciones para asegurar el triunfo de su proyecto, pero en el caso del Partido de la Revolución Democrática (PRD) sí las campañas se hubieran prologado un mes más, seguramente el ganador de la contienda fuera su abanderado Juan Manuel Zepeda Hernández.
El PRD ha sufrido muchas transformaciones en lo largo de su joven vida política, desde cuando caminaba de la mano de su líder moral Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el paso de la candidatura por la Presidencia de la República de Andrés Manuel López Obrador, hasta los recientes acontecimientos que apuntaban hacia el declive del perredismo que pudiera culminar con la muerte del otrora partido fuerte de la izquierda mexicana; en ese contexto, hay un antes y después de la campaña en el Estado de México, por lo que retoma un nuevo aire para enfilarse nuevamente para la sucesión del 2018.
Es gracias a la figura de su candidato a la gubernatura del Estado de México, Juan Zepeda, que entre un outsider y metalero migrante, con su imagen fresca, coloquial hasta improvisada logró subir en las preferencias electorales desde las últimas posiciones al arranque de la campaña, posicionándose con crecimiento sostenido como la tercera opción para el votante.
El tan no improvisado candidato deja entrever una probable estrategia de éxito, que sí bien no lo fuera, es un claro ejemplo de cómo se debe construir una figura clave para ser votado. Juan Zepeda, el migrante, resulta que empezó a estudiar su primera carrera profesional en 2004 la licenciatura en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), justo un año después del nacimiento oficial de una de las corrientes políticas del perredismo, encabezada por Héctor Bautista, llamada Alternativa Democrática Nacional (ADN) con sede fundacional en el mismo municipio del rockstar-candidato: Nezahualcóyotl.
El hijo de los ‘Chuchos’ -uno de los grupos políticos más fuertes del perredismo- ya con dos licenciaturas Juan Zepeda para 2012 era presidente municipal de su natal Nezahualcóyotl. En el cónclave por el Estado de México, considerada contienda perdida, dejaron la decisión a ADN aportando más que un candidato, un nuevo respiro al PRD nacional.
El perredismo (1989 – 1996) que supo unir a las izquierdas mexicanas bajo un ideal de real alternativa, es el mismo que supo consolidar un proyecto que apuntaría hacia la primera alternancia en el gobierno federal; y centró el poder partidista con muestras de gobiernos de una izquierda moderada (1996 – 2005); ahora es el mismo que se empezó a resquebrajar (2016) y retoma el rumbo –todavía alejado de las bases sociales en todo el país- hacia 2018. ¿Usted qué opina? www.daviddorantes.mx