De muchos es conocida la leyenda de los Tres Monos Sabios, creados por la mitología oriental, y que trata de tres monos, los cuales uno no oye, otro no habla y otro más no ve. A menudo se encuentran figuras de estos monos mostrando cada uno su particularidad, pues el que no oye se está tapando las orejas, el que no habla se tapa la boca y el que no ve se cubre los ojos. Según la leyenda los nombres de dichos monos son Kikazaru (el que no oye), Iwazaru (el que no habla) y Mizaru (el que no ve) y fueron enviados a la tierra por los dioses supuestamente para que dieran cuenta de las malas acciones ejercidas por los hombres.
De acuerdo con la historia, cada uno de ellos fue dotado con un defecto y dos virtudes por lo que Kikazaru, que no oía, tenía la misión era la de usar la vista para observar las malas acciones de los hombres, y transmitirlas mediante la voz a Mizaru, quien a su vez, no necesitaba de la vista porque su tarea era la de transmitir los mensajes entre Kikazaru e Iwazaru. E Iwazaru, al no hablar, tan solo escuchaba el mensaje de sus compañeros y decidía el castigo que los dioses usarían con los malvados. Esa era supuestamente la gracia de dichos monos, aunque hay otra versión, de más reciente creación, y que más que nada se considera una alternativa, en sentido de que la enseñanza de estos monos era no escuchar las maldades, no ver las malas acciones y no decir cosas negativas de nadie.
Sea como sea, tal parece que la nueva generación de humanos está adoptando el sistema de estos monos con el uso de los aparatos tecnológicos. Y es que hoy en día no hay un ser en una familia, que no esté pegada a los denominados “smartphones” o que haga uso de ellos todo el día. Y eso yéndome a lo bajo, citando una sola persona de cada familia, pues en algunos casos es la familia completa quien hace uso de dichos aparatos. Así pues vemos a muchos jóvenes en la calle, en el restaurante, en el autobús o en la escuela con audífonos, escuchando música proveniente del referido aparato. Y por estar escuchando esa música, no escucha a los demás, no se involucra en las pláticas de sus semejantes, y cuando lo llega hacer, lo hace a medias, pues está la mitad de su atención en escuchar el audio, y la otra en escuchar lo que le dicen, de ahí que siempre esté pidiendo que le repitan las cosas. Es el mono que no escucha. Están también aquellos que todo lo que quieren transmitir lo escriben, ya no se comunican verbalmente con nadie.
Es más, puede estar en la misma sala, frente a otra persona, y se está comunicando con ésta a través del aparato. Es el mono que no habla. Y está igualmente quien de plano se la pasa viendo lo que ponen en redes sociales o videos, y por esta en eso no detecta lo que pasa a su alrededor, y peor aún, por usar tanto tiempo el aparato, ¡se está quedando ciego! Es el mono que no ve. Cuantas veces no hemos visto gente que va a un restaurante supuestamente para platicar, y en determinado momento uno se pone a picarle al telefonito, y luego le sigue otro, y otro, y ya cuando acuerdas están todos metidos en eso que se llaman las redes sociales, sin ponerse a dialogar entre sí. Esa es la gran paradoja de la tecnología, que nos acerca de las cosas lejanas, y nos aleja de las cosas cercanas, y entre eso está nuestra familia, nuestros amigos, nuestra sociedad. Y adelantándome a los que pudieran criticar este escrito, porque si bien es cierto que hoy en día con las redes sociales oímos, hablamos y vemos más de lo que hasta hace una generación no pensábamos, también hay que considerar que mucho de lo que oímos, hablamos y vemos, no es verdad, porque hasta eso, nos hemos convertido en una sociedad de mentiras, por lo que lo mejor sería adoptar la segunda versión de los Tres Monos Sabios, de no oír lo que no nos beneficia, no hablar de lo que no nos consta y no ver, lo que nos daña como personas y como sociedad. Sea como sea, los Tres Monos Sabios se hacen patentes una vez más, ya depende de nosotros como los queramos adoptar
