La comentocracia nacional ha convertido en prioridades tres temas que son importantes pero que no son México: Lo que hará o dirá Donald Trump, los arreglos que logren los secretarios Videgaray y Guajardo en Washington, y las elecciones de junio próximo en el Estado de México, Coahuila y Nayarit.
Sin duda que la triada temática vale noticiosamente, primero porque tiene carnita suficiente para el escándalo apocalíptico, y segundo, porque la incertidumbre económica y financiera, provocada por el mesiánico presidente rubio, da para mucho especular, suponer y predecir escenarios caóticos, que en gran medida ayudan al sujeto de marras. Mire usted amigo lector, dónde anda la paridad del peso y el dólar, tan solo con amenazas y firma de papeles, que mucho espantan y disparan la demanda de la moneda verde (el brinco de la paridad peso-dólar fue el primer pago del muro).
Ya lo hemos mencionado en repetidas ocasiones, el dólar sube porque la demanda de éste crece, y la demanda crece por el pánico que provoca la batería de noticias desastrosas. Si en verdad queremos que el dólar no suba o baje, hagamos lo conducente para que la demanda agregada baje o se extinga. No tiene gran ciencia, el truco está en equilibrar o pasar de nuestro lado los estímulos que mueven las dos fuerzas básicas del mercado (oferta y demanda). Si esto se entendiera y los mexicanos fuéramos solidarios, imagine usted, mi estimado lector, lo que podríamos hacer y hasta dónde podríamos llegar.
Sin embargo hacemos lo contrario, lo que conviene y beneficia al rival; Hegel lo decía: el poder se construye a partir de que los demás creemos que alguien tiene poder. Es un poco como el fenómeno fiduciario, los bancos e instituciones de crédito subsisten y se enriquecen, siempre y cuando nosotros los depositantes y cuentahabientes, tengamos y mantengamos la fe en que nuestro dinero está en buenas manos y que podemos disponer de él en cualquier momento, aunque esa no sea la realidad.
¿Sabe amigo lector, a qué cantidad asciende el fondo de garantía bancario respaldado por el gobierno? A un millón de pesos. Si usted tiene invertido más de esa cantidad, en una crisis financiera lo pierde. Este suceso lo vivimos hace apenas 22 años, recordemos el famoso FOBAPROA, en esas fechas no había límite de garantía (la ley era clara), razón por la que el gobierno se vio obligado a respaldar a los bancos e incautar acciones de los dueños, para que éstos pudieran entregar a sus cuentahabientes sus depósitos.
Regresando a la triada de temas, el electoral del ya próximo verano, es muy socorrido por la comentocracia, porque supone la debacle del PRI y la caída del régimen de gobierno actual. Dicen los que dicen (no siempre los que dicen son los que saben, desconfiemos siempre de lo que se dice, amigo lector), que la frustrada alianza del PAN-PRD en el Estado de México y Coahuila, no significa nada, que Josefina Vázquez Mota tiene de antemano ganada la partida.
¿Contra quién?, sería la pregunta obligada, si los partidos -incluso el de ella, cuyo divisionismo es evidente por el rechazo de los aspirantes locales-, no tienen candidatos pero la especulación y el suspenso son las madres de la inquietud y excitación. Emocionar a la gente con la incertidumbre y dudosos resultados de las desacreditadas encuestas, es el objetivo de la comunicación electoral, sustituir argumentos por razones genera noticia y eso es lo que interesa y mueve a la gente, y es de lo que vive la industria del papel, el oído y la visión a distancia.
Para el caso de Coahuila, la multialudida comentocracia de la información presume que será una elección muy competida, y para Nayarit, dicen que el PRI está muy fuerte. Mas la joya de la corana se ubica en el Estado de México. Esperemos entonces, y recuerde amigo lector, la noticia no es información y ésta no es conocimiento, es preferible ahondar un poco, o un mucho, pero siempre pensando en quién se beneficia con lo que se dice o se lee.
GRACIAS POR SU TIEMPO.
