“La buena madre es aquella que se va volviendo innecesaria a través del tiempo”
Durante uno de los viajes de mi hija con independencia vigilada, recibí su llamada como de costumbre para avisarme que llegaron con bien, los planes del día, etcétera.
Le pregunté sobre sus pertenencias, el cómo debía cuidarse, qué debería hacer y me interrumpió contestando “Ya lo hice Mami, y también hice esto y aquello, y estoy preparada para lo otro” Mi respuesta ante eso fue un “Excelente hija, felicidades. Estoy orgullosa de ti”
En su viaje más reciente, contuve mis impulsos por preguntarle lo usual, sobre sus pertenencias, hábitos, etcétera, y dejé que ella misma me lo dijera; y así lo hizo, terminando con un “Tengo todo bajo control mami” No me quedó más que decir “Excelente hija, si necesitas algo me llamas”
Debo admitir que en ese momento me di cuenta de que me estoy volviendo innecesaria; no sé si buena madre, pero si innecesaria.
Pude haber ido con ella al viaje, pude llamarle a cada instante; pero no lo hice y los resultados fueron sorprendentes.
¿Cómo lidio con el miedo a que ella viaje sola, fuera de su entorno y a no estar cerca de mí? Pues bien, un día estando conmigo nuestras vidas estuvieron en peligro y no pude hacer nada. Acepté la vulnerabilidad humana y que ser mamá no nos exenta de esta.
Mejor me ocupé de guiarla lo mejor posible, enseñarla a cuidarse, a enfrentar la vida con las buenas y no tan buenas, a seguir atreviéndose a crecer, decidir y hacer. Pero sobre todo mantener su fe y conocer el gran poder de la oración.
Cierto es aquello de no dar a los hijos lo que no se tuvo, mejor decir lo que no nos dijeron. Me atrevo a sugerir que esta práctica fortalece la seguridad y el desarrollo en nuestros hijos, y yo lo pude comprobar en este caso en particular.
Somos la Madre de todas las Influencias, que nuestra vida esté llena de amor, respeto, aceptación e inversión en nuestros hijos, pero sobre todo esforcémonos en lograr ser buenas madres. Tenemos ese poder, hagamos uso de él.
