Recientemente que anduve por tierras veracruzanas, tuve la oportunidad de acudir al enorme mercado de Poza Rica, que la verdad resulta muy atractivo, pues venden todo tipo de cosas, y en esta ocasión me tocó acompañar a mi suegro, quien es un médico herbolario de aquella región, y quien fue a surtirse de algunas plantas y diversos productos ya elaborados a base de la misma herbolaria, y las cuales receta a sus múltiples clientes que lo visitan en su hogar, donde justamente lo atiende. Pues bien, estando ahí esperando a que le surtieran su pedido escuché la conversación de otras prsonas que igualmente se dedican a curar gente a base de hierbas, y quienes estaban hablando en sentido de que la moringa, esa planta que está tan de moda actualmente en el ámbito naturista, pues ya “chole” con ella, ya se había “choteado” mucho, pues ya donde quiera vendían tal producto, ya donde quiera había plantas de tan famoso árbol y por lo tanto ya era necesario sacar a la luz las propiedades de otra planta. Esto sin duda alguna me llamó mucho la atención, pues capté que los naturistas son los que imponen las plantas que hacen “milagros” en el organismo de quienes los consumen. Así pues entendí como a lo largo de mi vida he escuchado de las propiedades curativas de plantas como la sávila, que untada en la piel es buena para las quemaduras y las cicatrices, y tragada para la gastritis y otros males estomacales; o la guanabana que es para el cáncer; o el noni para adelgazar; sin olvidar que el limón, la cebolla, el tomate y el nópal, sirven para todo.
O sea que cada determinado tiempo se pone de moda una planta, y se le sacan sus propiedades curativas, y todos ahí vamos a consumirla, movidos por la propaganda y la publicidad, que en este caso la ponen los mismos que la venden, tal y como ocurre en toda mercadotecnia. De hecho hace poco leí en un libro que la tradición de comer uvas para recibir el año nuevo, se debe más que nada a que cierta ocasión hubo demasiada producción de vid, que a alguien se le ocurrió, con la finalidad de poder vender toda la producción, que el consumir una uva en cada campanada del relor, al dar las 12 horas, y con ello recibir el año nuevo, generaría fortuna. Una vil falacia que hasta el momento, en que la producción de uvas sigue siendo alta en fin de año, mantenemos. Esto a su vez me hizo entender el porque también en las posadas de diciembre, nos entregaban una bolsa de golosinas, cuyo 60 por ciento lo ocupaba una naranja, cuya producción también es muy alta en diciembre; en tanto que otro 20 por ciento de la bolsa lo ocupaban cacahuates, que evidentemente también la producción es muy alta en esta epoca; y el otro 20 por ciento (cuyo 10 por ciento eran las mentada colaciones) lo ocupaban los dulces. Total que en resumén, hemos vivido engañados toda nuestra vid,a, producto precisamente de la mercadotecnia que nosotros mismos, en un afán por sobrevivir, nos hemos impuesto, nos seguimos imponiendo, y por lo visto así seguiremos. Bendito engaño.
