A menudo cuando alguien me pregunta a quién en lo personal considero como el personaje más prolífico de Nuevo Laredo, sin dudarlo manifiesto que Don Mauricio González de la Garza. Y es que el escritor, periodista y filósofo, con sus escritos, catapultó a Nuevo Laredo. Nunca tuve contacto directo con él. Lo conocí simplemente de vista.
Lo recuerdo en el año de 1994 bajando de un avión en el aeropuerto internacional “Quetzalcóatl” acompañando al entonces candidato a Presidente de la República, Ernesto Zedillo Ponce de León, quien quiso llegar a esta ciudad fronteriza, en plan de campaña, precisamente acompañado del más reconocido neolaredense. De pelo largo y tupida barba, en ambos casos de color blanco, de anteojos, tez blanca y siempre risueño, así era Mauricio González de la Garza, autor de libros como Río de la Misericordia, El Padre Prior, Rey de Oros, Abel o Purgatorio de Amor, El Fin del Reino, Última Llamada (esta última le valió el exilio a Texas en el gobierno de José López Portillo), Carta Abierta a Miguel de la Madrid, con copia a los mexicanos, El Milagro Azul, México Rumbo a México, De Puebla a los Fulgores y Soneto.
Mauricio fue el clásico individuo que no fue profeta en su tierra, de hecho se fue de ésta a muy temprana edad obligado por circunstancias de su vida personal, cuyos hechos nunca ocultó, pues hasta eso, tuvo el valor de manifestarlos a través de sus propios escritos. Y aunque eso le generó rechazó de la otrora sociedad, él nunca se amilanó y siguió con su vida, aunque eso sí, alejado de la ciudad, pero no por ello olvidándose de la misma, pues de hecho siempre evocaba la ciudad en su columna “Mauricio Dice…” que se publicaba a nivel nacional en la cadena de periódicos El Sol.
Lamentablemente en Nuevo Laredo no se le ha dado el lugar que se merece, pues poco se le recuerda. Solo una escuela lleva su nombre, y es la más reciente construida en Reservas Territoriales. Sin embargo no hay calle con su nombre. Mauricio perteneció a una reconocida familia neolaredense, donde sus hermanos también fueron escritores. Don Rodolfo González de la Garza fue incluso cronista de la ciudad. Gran historiador, enfocado a mostrar quienes fueron las familias que fundaron Nuevo Laredo y a dar detalles de diversos hechos ocurridos en la ciudad, e incluso de la hermana población de Laredo, Texas, con obras como Los Laredos, en dos tomos, así como Apellidos de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, entre otros.
Por desgracia nunca tuve la oportunidad de platicar con Don Rodolfo, pero tengo la fortuna de ser amigo de uno de sus nietos, quien me ha regalado algunos libros de su abuelo, y quien por cierto tiene también la facilidad de escribir, principalmente poesía, por lo que ojalá dentro de poco se anime a editar algunas de sus composiciones. Dentro de esta familia también figuró Don Homero González de la Garza, conocido por muchos como “El Sabio de Candela”, que era como firmaba una columna que escribía para el periódico El Diario, en tiempos en que yo colaboraba en dicho medio informativo.
Con él sí tuve la fortuna de entablar constante diálogos, pues lo visitaba continuamente en su expendió de Lotería Nacional que tenía en Guerrero entre Victoria y Belden, y que según tengo entendido era herencia de su señor padre, Don Mauricio González, quien igualmente vendió lotería en sus tiempos, antes de morir a causa de una infección provocada por la mordedura de un perro, esto según lo narró el propio Don Rodolfo, en uno de sus libros. De esta reconocida familia neolaredense aún queda la morada que habitaron, en la esquina de Victoria y Galeana, justo detrás de la iglesia Santo Niño, así como algunas otras propiedades de los alrededores. Ojalá las autoridades de Nuevo Laredo a no muy largo plazo puedan rendir un merecido reconocimiento post mortem, ya no solo a Don Mauricio, sino también a sus hermanos Don Rodolfo y Don Mauricio, pues fueron muy buenos escritores, y aunque solo el primero trascendió a nivel nacional, a los otros dos también dejaron su legado para beneficio de nuestro Nuevo Laredo.
