El hotel-museo

Está enclavado en el corazón de la zona rosa de la Ciudad de México. Yo ya he estado ahí en tres ocasiones y las tres han sido totalmente distintas, pues cada vez hay nuevas cosas que descubrir, nuevos espectáculos que disfrutar, más gente que conocer y más cosas por saber, esto pese a que se supone que uno solo va a descansar. Desde la entrada al lugar todo es una maravilla que te va atrapando por esa extraña magia que hace sentir que el tiempo no pasa por ahí, pese a la modernidad actual. Sigue siendo una instalación de inicios del siglo anterior, de aquella época del porfiriato, donde inclusive Porfirio Díaz tiene un espacio en su honor. Todas y cada una de sus áreas están debidamente aprovechadas para beneficio de sus clientes. Amplias estancias, múltiples comedores, pero sobre todo mucha historia en cada uno de sus corredores. Justo a la entrada hay un sinfín de cosas que admirar que han conformado la historia de dicho lugar, muchas de ellas legados de sus visitantes. Grandes cuadros de personajes históricos, una gran biblioteca, amplios aparadores dando fe del paso del tiempo, y espacios reservados para diferentes artes, hacen que valga la pena cada centavo que se paga por estar ahí. Es el Geneve, el hotel-museo que en este 2018 cumple 111 años de servicio, enfocados principalmente a quienes visitan la Ciudad de México. Situado en Londres 130, en plena zona rosa, este hotel ha sobrevivido al paso del tiempo, a tal grado que ni los temblores registrados en la capital del país, han afectado su estructura. Este hotel fue inaugurado en 1907 y desde entonces ha atendido a millones de visitantes. Ha sido parte de la historia al ser el primero en México en contar con baño en cada uno de los cuartos, lo mismo que al servirse ahí, en 1910, el primer sándwich en nuestro país. Ese mismo año, justamente el 20 de noviembre, día en que estalló la Revolución Mexicana, Don Porfirio Díaz desayunó con su familia en el lugar. En el lugar se han hospedado a lo largo de los años importantes personalidades como la actriz Sophia Loren, el actor Marlon Brando, el cantante Paul Newman, el boxeador Evander Holyfield, los escritores Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa (estos dos últimos Premios Nobel de Literatura), así como los Premios Nobel de la Paz Muhammed Yunus y Malala Yousafzai, por citar solo algunos. Sus habitaciones son una verdadera gala con el característico sello antiguo que genera un dejo de melancolía. Sus amplios salones también tienen el sesgo antiguo, con enormes candelabros, columnas jónicas y pisos brillosos, con mesas perfectamente enmanteladas y de una extensa vajilla decorativa. Y sin duda uno de sus principales atractivos es su bar, el cual está adornado a base de teléfonos antiguos, de todos los tipos y todos los estilos, y donde noche a noche amenizan cantantes de todo tipo de música. Sus exóticas bebidas forman parte del rol de sorpresas que se viven en el amplio lugar. Y a decir verdad los precios por la estancia no son elevados, sobre todo si se toma en cuenta que se desquita cada peso que se paga en este lugar cuyo lema principal es: “Siempre antiguo, siempre nuevo”, porque realmente así es, su imagen antigua contrasta, pero a la vez encaja, con la imagen nueva que siempre se le inyecta. Este hotel es propiedad de uno de los hombres más ricos del mundo, Don Carlos Slim Helú, un ser al que en lo personal admiro mucho, dada su habilidad para ser un moderno Midas, que todo lo convierte en oro, pero que a la vez brinda mucho apoyo a la sociedad mexicana a través de sus diferentes fundaciones. De Slim es famosa esa frase de “yo no doy dinero, doy trabajo y educo”, y realmente así es, da muchas oportunidades laborales, con sueldos bien pagados, acorde a las aptitudes de cada uno de sus colaboradores, y educa, con la aportación de miles de becas a estudiantes de todos los rincones del país y apoyos a programas educativos. Así pues, cuando vayan a la Ciudad de México, ojalá tengan la oportunidad de hospedarse en el Hotel Geneve, el gran hotel-museo, y deleitarse con todas y cada una de las cosas que ahí están, y que siguen siendo parte de la historia de nuestro país, de esa historia que poco a poco va dejando el tiempo para que sigamos siendo parte de ella.