DUDAS Y TEMORES A LOS DERECHOS HUMANOS
Hace casi 30 años en México, en tiempos del presidente Carlos Salinas, se construyó la teoría, imagen, estereotipo y política pública sobre derechos humanos. Se decía en ese entonces, tal vez con razón o sin ella, que en México se violaban estos derechos (cuya conceptualización actual abarca toda la extensa gama de derechos del hombre), de manera sistematizada, lo que impedía que existiera un real Estado de derecho.
Al presidente Ernesto Zedillo y al presidente Felipe Calderón se les acusó de esto ante la Comisión Interamericana y la Corte internacional de La Haya, hoy, el peso de la amenaza recae sobre el presidente Peña Nieto. La creación de la CNDH, en aquel entonces (tiempos de Salinas), surgió como una parte de la política de contrapesos, aunque realmente en México existían tiempo atrás, las garantías individuales y los respectivos juicios de garantías, que representaban esquemas tutelares más específicos y menos riesgosos de caer en excesos o en manos de tesis sobreproteccionistas.
Hoy en día, las tesis universales y las convenidas internacionalmente por México en esa materia, son verdaderos muros de contención e ineficiencias, que impiden la aplicación de la ley en la justa interpretación del juzgador, y de alta ineficiencia en las instancias investigadoras de delitos, sobre todo en materia penal.
Ya no se diga en cuanto a la intervención, atemporal casi por regla o evidente necesidad, de las fuerzas armadas en la persecución de delitos penales de todo tipo, pues en la práctica, con la implantación del mando único y la ineficiencia de las policías locales, el mando recae generalmente en un militar, lo que obligadamente lleva a la extinción operativa de los fueros, federal y local.
Luego entonces, los militares y marinos tienen que entrarle a todo, sin legislación que los ampare o señale los espacios y límites de actuación, lo que es, en términos reales, una insolencia inaceptable por parte de Estado mexicano, que la sociedad mexicana entera debe juzgar y castigar, no tan solo en términos de opinión, sino con otros instrumentos más severos, la irresponsabilidad en que incurren los órganos parlamentarios del poder legislativo, al obstaculizar con sus incapacidades deliberativas, la pacificación de las regiones del país, colapsadas por la violencia.
Lo antes comentado ha sido debatido y diagnosticado, una y otra vez durante años, por lo que podría decirse que no es mala idea que la CNDH asuma el sistema de defensorías de oficio, y las instancias de persecución e investigación queden sujetas a disposiciones legales claras en su contenido y transparentes en su actuación pública, a fin de no ser, a toro pasado, juzgadas y condenadas, tanto mediáticamente como judicialmente, por actos no regulados, mal regulados u omisos de regulación, como consecuencia de desacuerdos políticos e incapacidades en las fracciones parlamentarias y partidos políticos.
La crítica, luego entonces, es particularmente para el gobierno, el sistema político y para el Estado mexicano en lo general.
NOS VEMOS Y LEEMOS EL PRÓXIMO MARTES, SI DIOS QUIERE.
