Platicando con amigos en la antigua cantina “Vaquera”, situada en Venustiano Carranza casi esquina con Allende, en la colonia Juárez, salió a relucir que precisamente ya quedan muy pocas cantinas viejas, de las denominadas “de barrio”, pues muchas de las que en su momento estuvieron en la ciudad, ya han sido cerradas.
Y nos pusimos precisamente a recordar aquellos viejos negocios de venta de cerveza que hicieron época y que fueron parte de la historia de Nuevo Laredo, pues ahí se reunían muchos parroquianos a convivir y comentar los asuntos del diario vivir de esta frontera.
Así pues unos empezaron a citar algunos negocios, de los cuales algunos recordamos, y otros se fueron a los extremos de citar cantinas que muchos no conocimos. Así pues en el centro evocamos cantinas como “El Trovador”, “La Mansión”, “El Túnel”, “La Tuna”, “Los Fresnos”, “Las Brujas”, “Bala Raza”, “El Derby”, “El Cadillac”, y muchas otras que tuvieron sus años dorados en la década de los 80´s, y que tenían como principal característica estar en el pleno centro de la ciudad. Hubo otros bares como “El Tiburón”, “La Herradura”, “Los Jarochos”, “Paso del Norte”, “El Íntimo” y demás que también tuvieron su auge en la década de los 90´s, e igualmente estaban en el centro.
Pero sobre todo nos enfocamos a los denominados bares de barrio, aquellos que estaban cerca de tu casa, y a los que ibas y por lo regular eran los mismos que siempre estaban ahí conviviendo y libando. Eran simples lugares con unas cuantas mesas, pero eso sí, una amplia barra, en tiempos en que los negocios podían estar abiertos las 24 horas y muchos aprovechaban esa ventaja, eso sí, sin molestar mucho a los vecinos para evitar las quejas y con ello los cierres.
“Vaquera” era precisamente una de las cantinas que siempre estaban llenas, pues era lugar de costumbre de los carpinteros, ya que el negocio era propiedad de Don Bernardino Vaquera (+), líder de los carpinteros, por lo que estos ahí se la pasaban jugando dominó, billar, baraja y consumiendo bebidas etílicas. Evocamos la cantina “Bellas Artes”, situada en 20 de Noviembre y Guatemala y cuya principal característica era que tenía puertas de verdadera cantidad, de esas que se aventaban para poder entrar y quedaban “papaloteando” hasta volver a su estado normal. “El Teotihuacán”, que era al aire libre y estaba en el Kilómetro 13; “El Jet Set”, de Reynosa y Venezuela también era otra cantina tradicional, de barrio, y así hubo muchas que poco a poco fueron desapareciendo, pues también las llegaron a absorber los negocios grandes, que tenían mujeres con quienes se bailaba a cambio de unos cuántos pesos, y donde para atraer a la clientela ponían grupos musicales en vivo. Uno de los más famosos fue “El Cazadores”, del amigo Chuy Ochoa, que estaba en Degollado y Bolívar, y donde llegué a contar 60 mujeres en su interior y llegó a tocar el Zaaz de Víctor Hugo Ruiz en varias ocasiones.
Y así como este hubo muchos otros, como “El Jet Set II” que estaba cerca del Club Campestre y regentaba el amigo “Chichi” Chapa. Aún prevalecen algunos bares ya con años de servicio en la ciudad, aunque con diferentes dueños. Están el propio “Vaquera”, “El Gusano”, “El Camino”, “El 66”, “El Impala”, “El Torito”, “El Taurino”, “AKY CBB”, donde a mi gusto ofrecen la cerveza más fría de todo Nuevo Laredo, y muchos otros más, con la debida disculpa por no citarlos a todos.
Por eso me da envidia cada vez que veo los Simpson, pues el Bar de Moe mantiene esa esencia de cantina de barrio, donde todos los que ahí van se conocen, son como una familia, así como era antes cuando justamente en Nuevo Laredo, había cantinas de barrio, donde no había pleitos y se juntaban hasta para celebrar la Navidad, unas horas antes de que esta llegara, pues era tradición antes de irse a casa a convivir con la familia, pasar a darle el abrazo de buenos deseos a los amigos de parranda. Sin duda alguna que bonitos tiempos aquellos.
