El más leído

Pablo Neruda tiene en su poesía un acento universal de misterios del alma y de vicisitudes del ser, que siempre me ha gustado, cada que puedo, me asomo a sus espléndidas creaciones literarias, claro que a algunos no les cuadra del todo, pero el premio Nobel chileno, es uno de esos hombres que supieron extraer la esencia del espíritu humano, tanto así que su obra es tan actual como cuando la escribió, y dirán ustedes, queridos lectores, este cabrón no ha de tener tema para desarrollar en su columna, y fíjense que no, ya que gracias al Dios de Israel, jamás me falta un tópico interesante que pueda abordar con mi peculiar estilo, a veces, lo reconozco, los artículos me salen medios cuchos, pero a cualquier redactor se le va un gerundio mal puesto o una prosodia muy grande, ya que estoy en eso de mis columnas, tengo que informarles con orgulloso júbilo, que en mi blog de la internet ya llegué a los 500 posts, es decir, a medio millar de Guillotinas subidas a la red de la información global, y ni van a creer si les digo que me llegan correos electrónicos de todas partes del mundo; igual de Australia que de China, de Colombia, de Brasil o de España, bueno incluso tengo uno, al que guardo con singular estima, porque me lo envió una asidua lectora desde Parás,(dije de Parás, no de París) y eso que allá ni computadoras hay, anoche entré a mi espacio cibernético y re leí una que otra columna, la verdad es que no están tan malas, algunas son muy jocosas, otras muy tristes y unas, de plano muy mamonas, pero las que repasé me gustaron, ya que estoy en el terreno de las presunciones, les aviso que sigo siendo el columnista más leído, yo no sé si sea bueno o regular en lo que hago pero me consta que tengo muchos lectores, por cierto, ya que ando en esos asuntos de la política a la Mexicana, resulta que todos los enemigos de López obrador andan que no los calienta ni el sol, y es que, según los analistas extranjeros, con la victoria de Donald Trump en Estados Unidos, el Mesias de Macuspana tiene todas las de ganar en el 2018, por supuesto que los panistas buenos para nada ya empezaron con su guerra sucia encabezados por ricardo Anaya su presidente nacional diciendo una sarta de pen… en un comercial de televisión, que si el peje es un peligro para México y esas chingaderas que ya no les servirán de nada, no tardan en hacer una alianza entre el pan y el PRD para competir contra Andrej Manuel, del PRI todavía no se sabe que hará, supongo que tendrán que ir solos a la guerra electoral, yo no soy correligionario de ninguno de estos y el PRI tiene muchas malas mañas que no se han podido quitar de encima en tantos años en el poder… Enseguida les comparto un poema del bienamado chileno que hizo suyas las palabras a las que convirtió en metáforas.
El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.