Quienes me conocen saben de mi amplio gusto por la música antigua, la música “de viejitos” como le llaman los imberbes que por su parte adoran el escándalo con letras sin sentido de lo que ellos consideran música. Pero bueno, ya sabemos que en gustos se rompen géneros. Igualmente saben de mi pasión por el ameno deporte del billar, el cual practico desde que tenía 13 años de edad.
Así pues, normalmente combino ambos gustos, pues por lo regular cuando juego billar me gusta a la vez estar escuchando música, y aun cuando es ampliamente sabido que el billar es un juego de mucha concentración, yo la verdad no me puedo concentrar en el juego sin música.
Pero también cuando estoy en los billares, y no estoy jugando, me la paso bien justamente escuchando música, aunque a veces tengo que soportar que otras personas pongan su música ruidosa, y peor aún el mentado reggaetón (que no se les entiende a los “cantantes” lo que hablan, pues al hacerlo parecen traer canicas en la boca), pero bueno, creo que esos que ponen su música se quejarán igual cuando yo pongo a la grandiosa Sonora Santanera, o a la gran Lucha Villa, o a José José, Camilo Sesto, José Feliciano y muchos otros de mi amplio repertorio.
Para mi fortuna a muchos de los “viejones” que van a los billares les gusta también ese tipo de música, por lo que cada vez que la pongo manifiestan abiertamente su agrado. Hace poco puse en la “rocola” de Billares El Yoyo “Mi Adiós” y “Congoja” de la Sonora Santanera, seguida de “My Way” de Frank Sinatra y eso dio pie a que algunos de los “viejones” hicieran los clásicos comentarios en sentido de que eso sí era música, que qué tiempos aquellos y nos fuimos más allá al empezar a evocar los tiempos en cómo ha revolucionado el escuchar música, pues hace ya muchos años se escuchaba a través de las enormes consolas que tocaban enormes discos de vinilo de 33 revoluciones, o aquellos discos gruesotes de 78 revoluciones, y que a lo mucho traían 10 canciones, cinco de cada lado, y tenías que mover la aguja del tocadisco para poner la canción que querías.
Evocamos también los “8 Track” que eran cartuchos grandes que contenían, como su nombre lo indica, ocho canciones, y hacía un gran ruido, como si estuvieras cortando cartucho de una metralleta, al insertarlo en el aparato especial para eso. Y sobre todo que antes para escuchar la música tenías que comprar el Lp o casete, y habíamos quienes nos gastábamos mucho dinero en ello.
Yo por ejemplo aún tengo un montón de casetes, pues en mis tiempos de chamaco por semana compraba uno o dos, al igual que discos compactos que también vinieron a revolucionar el mundo de la música, pues traían más canciones, y podías grabar en MP3 hasta 100 canciones.
Hoy en día en cambio en una pequeña memoria de tan solo 8 gigabytes puedes traer más de mil canciones, que dicho sea de paso no te cuestan, pues basta que las descargues de YouTube, o si te llegan a costar es relativamente muy económico, todo ello en detrimento de los músicos y de los autores y compositores, de ahí que haya disminuido en demasía el número de personas que componen canciones, pues ya no es negocio, y así pues tenemos nuevos cantantes desgraciando canciones antiguas, al no tener repertorio, o bien componer puras babosadas sin sentido y que normalmente hacen apología del delito.
Pero en fin, así es la vida, así es como han cambiado las cosas. Yo, por mientras y por lo tanto seguiré escuchando mi música “viejita”, esa que sí trae mensaje, ritmo, que hasta hace llorar, pero sobre todo, que hace recordar que todo tiempo pasado, fue mejor.
