Conmovedor relato el que me compartió mi hija cuando al entrar a la
cocina de su departamento, con el simple hecho de oler el aroma de una
tortilla de maíz al comal, la transportó de inmediato a nuestro hogar, a su
niñez, a su ciudad, a su estado, a su país; llevándola a un sinfín de buenos
ratos en familia. Aroma imborrable sin importar la lejanía de este.
Los recuerdos generalmente vienen de vivencias, situaciones y las vamos
almacenando muchas de ellas en el banco de la memoria. Eventos
relevantes que hayan tocado una fibra intima en nosotros quedan
guardados.
Me resultó interesante con la anécdota de mi hija investigar sobre las
memorias detonadas por los aromas, en muchas ocasiones son más
fuertes y trascienden. Son más emocionales puesto que van conectados
directamente con áreas de procesamiento produciendo una sensación de
“viaje en el tiempo”, en su gran mayoría de la infancia, antes de los 10
años. Esto tiene una explicación científica: el olfato y la memoria están
ligados al cerebro, cuando surge un recuerdo proveniente de un aroma se
está experimentando una memoria autobiográfica. La Universidad de
Dresde realizó un estudio para analizar qué zona del cerebro se activa
cuando recordamos algo a través de un olor. Sus resultados determinaron
que las memorias producidas por el olfato producían una mayor activación
en el cerebro, ya que tenemos un área específica en este para codificar
olores llamado “bulbo olfativo”. ¿Cómo funciona? Básicamente, cuando
percibimos un olor, las neuronas encargadas del olfato envían señales a
esta área en conexión con la amígdala y el hipocampo, que están dentro
del sistema límbico y son los responsables de la memoria y del olfato.
Gran regalo la memoria olfativa, la cual gracias a ella disfruto el aroma de
mi padre, el cual perdí a los seis años y al aparecer me paraliza e
instintivamente me hace voltear y buscar, y en mi madre, a dieciséis años
de su muerte, con un perfume que utilizó particularmente en un viaje
inolvidable en mi niñez, remontándome al sinfín de momentos felices a su
lado.
Nuestro aroma va a trascender a lo largo de nuestras vidas, incluso
después de ellas, siendo un regalo para la memoria olfativa de nuestros
hijos y quizá a más generaciones.
Así de grande es el poder natural que tenemos como madres de todas las
influencias, que aún sin realizar una mínima acción estaremos por siempre
en la memoria de nuestros hijos.
Tenemos ese poder, hagamos uso de él.
