Afortunados los que somos padres, guías o formadores. Gran compromiso que la vida nos ofrece, poniendo a prueba todas nuestras capacidades. ¿Alguna vez hemos reflexionado sobre el gran papel que representamos ante esta responsabilidad?
Tener una vida en nuestras manos significa que desde los primeros años de vida confiaran fiel y ciegamente en nosotros, somos su único ejemplo en ese momento. Aprueban nuestros actos, repiten e imitan, el poder de nuestras palabras es tan grande que a través de ellas vamos a impactar sus vidas para bien o para mal. De ahí la importancia de estar consientes de lo que les expresamos y como nos dirigimos a ellos.
Aceptar que es otra persona que tendrá cualidades, defectos y gustos quizá similares o totalmente diferentes a los nuestros. Darles su tiempo y espacio. Y si tenemos más de un hijo, el reto será mayor, pero debemos confiar en nuestra capacidad.
No queremos hijos perfectos, queremos hijos felices y plenos. Con paciencia, amor y nuestro tiempo podremos llevar a cabo esta etapa de gran importancia, recordemos son etapas, algunas durarán más que otras.
El tiempo invertido y todo lo que conlleva habrá valido la pena, la recompensa será enorme, el hecho de formar individuos con valores en el momento adecuado será ahí donde habremos aportado lo más valioso a la humanidad personas de bien.
Reflexionemos ante este acto tan privilegiado que tenemos algunos, no por nada somos la madre de todas las influencias.
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