Estados Unidos vivió un día que nunca imaginó. Simpatizantes del Presidente Donald Trump llegaron hasta el Capitolio a provocar disturbios que culminaron en actos de violencia durante la sesión conjunta del Congreso para certificar los votos del Colegio Electoral y declarar a Joe Biden como Presidente Electo del país.
Fue el mismo Presidente Trump el que alentó a sus seguidores a marchar hasta el capitolio, como parte de sus múltiples intentos y estrategias por cambiar los resultados del pasado noviembre. En esta ocasión todo se salió de control, sin embargo, tuvieron que pasar un par de horas de caos y violencia para que Trump pidiera a sus simpatizantes regresar a sus casas, pero siempre insistiendo en que fue víctima de un fraude electoral. Hoy sabemos que los ataques incluso cobraron vidas humanas.
La sesión conjunta del Congreso se reanudó luego de que los ataques fueron controlados y con esto se logró certificar a Joe Biden como Presidente Electo de los Estados Unidos, quien cabe recalcar gobernará con una mayoría demócrata en la Cámara de Representantes y en el Senado. Eventos como éste confirman que la prioridad del nuevo gobierno debe ser unir al país, una tarea difícil después de un Presidente como Donald Trump, que obtuvo más de 74 millones de votos y cuyos simpatizantes seguirán convencidos de que les robaron la elección.
La democracia se vio amenazada. La transición pacífica que caracteriza a Estados Unidos quedó atrás. Hoy sabemos que el Presidente Trump no acudirá el próximo 20 de enero a la inauguración presidencial en donde Joe Biden tomará protesta como Presidente. Estados Unidos entra a una nueva etapa con una población dividida, por un lado los seguidores radicales del pensamiento y las políticas del Presidente Trump, y por el otro aquellos que ven en el nuevo gobierno la oportunidad de regresar los valores y la posición de liderazgo que caracterizaba a la nación.