Días antes de terminar el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, la revista Proceso publicó en su portada una fotografía de Raúl Salinas de Gortari y una cabeza que se convertiría en clásica: “Raúl Salinas. El hermano incómodo.
Fue el número 942, con fecha del 21 de noviembre de 1994, y el reportaje era un recuento de todo malo lo que se le imputaba al hermano mayor del Presidente de la República: que financiaba al Partido del Trabajo y Antorcha Campesina, que usó el poder para hacer negocios, que su fortuna se engrandeció con dinero del narcotráfico y mil lindezas más.
Raúl Salinas fue terrible, tan terrible que fue a dar a la cárcel, acusado de estar atrás del crimen de su ex cuñado Francisco Ruiz Massieu, secretario general del CEN del PRI. Fue una detención que le permitió al Presidente Ernesto Zedillo pintar su raya frente a Salinas de Gortari que en su intento de presionar al gobierno se fue a Monterrey a hacer una huelga de hambre que mantuvo unas pocas horas y después se fue al exilio, a Irlanda, nacionalidad que adquirió con el tiempo.
En enero de 1996 cayó el capo Juan García Abrego y se supo de sus relaciones con Raúl Salinas. Fue el capo del salinismo.
Mucho antes de que Proceso inmortalizara la frase de “el hermano incómodo”, hubo otro hermano incómodo, Maximino Ávila Camacho, también mayor de edad que su hermano Manuel Ávila Camacho, presidente de México de 1940 a 1946.
Don Maximino era tan bandido y tan cínico, que él mismo se apoderó de las oficinas de la Secretaría de Obras Públicas y llegó seguido de una comitiva de más de 50 vehículos de los que bajaron políticos y muchos pistoleros armados con metralletas Thompson.
Después le ordenó a su hermano que le tomara la protesta de ley.
Maximino usó el poder para enriquecerse, primero como gobernador de Puebla y luego como Secretario de Obras Públicas y en su tiempo era uno de los hombres más ricos de México y el mundo. Era un bandido y un matón, al que cuando una propiedad le gustaba, la compraba al precio que quería y si el dueño no accedía, se arreglaba con la viuda. Lo mismo hacia con las mujeres, sin importar que estuvieran casadas, para lo cual a los maridos se les desterraba del país, en el mejor de los casos.
A Yeidckol Polevnsky, actual secretaria general de Morena, se le atribuye ser nieta de don Maximino, muerto hace 75 años, 14 años antes de que naciera la señora Yeidckol.
Lázaro Cárdenas también tuvo a su hermano incómodo, Dámaso Cárdenas, tres años menor, que fue gobernador de Michoacán en dos ocasiones, la primera en 1929 y 1930, durante unos meses y después, de 1950 a 1956. Dámaso aprovechó que su hermano Lázaro fue Presidente de México de 1934 a 1940 para hacer negocios al amparo del poder. La relación con su hermano quedó tan maltrecha que el propio general le puso trabas para que no fuese gobernador y no le gustó cuando se le eligió en 1950.
Andrés Manuel López Obrador también tiene su hermano incómodo, Pio, que en muchas ocasiones han enfrascado en polémicas y se han dicho toda clase de lindezas. Andrés Manuel terminó diciendo que Pío no era su hermano. Pero aunque no le guste, los une la sangre. Para bien o para mal. Más bien para mal, porque hay enconos que son para siempre, sin importar parentescos.