VISIONES LEGISLATIVAS Y CONSTITUCIONALISTAS
En esta ocasión déjeme que le platique y comparta con usted, amigo lector, el diagnóstico crítico que sobre la Constitución General hacen: Ignacio Marván Laborde, investigador del CIDE; Fernando Dvorak, maestro constitucionalista de la Universidad de Hull en el Reino Unido; Adriana Báez Carlos, secretaria académica de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM; el ex diputado constituyente a la Asamblea Legislativa que redactó la primera Constitución de la Ciudad de México, Jaime Cárdenas García; Enrique Burgos, senador y presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales, y Guadalupe Acosta, diputado y cabeza de la Comisión de Puntos Constitucionales, entre otros acreditados juristas, políticos y politólogos.
Los escenarios críticos que expone cada uno de ellos, son por demás interesantes y dignos de reflexión y sobre todo, de prudencia, pues miran más hacia la perfección y el rigor académico, por una parte y por otra, en evidente contradicción, hacia la praxis política y la negociación, lo que hace que la crítica se transforme más en un apasionado debate y puntos de vista personalizados, que en una visión ponderada y de largo alcance, capaz de generar razones y argumentos capaces de coincidir con intereses legislativo-partidarios, además de los propios y legítimos del pueblo y sus organizaciones de libre empresa.
Para Ignacio Marván, el meollo de la imperfección radica en algunas juntas de coordinación política de los congresos, ya que es ahí donde el legislador ve más por los intereses propios y de su partido, que por los del pueblo que lo eligió. Es en esas juntas de notables donde influyen y hasta orientan el rumbo de las decisiones los poderes fácticos (el ejecutivo, empresas y empresarios, órganos internacionales y asociaciones de interés religioso y moral).
En cambio para los políticos, los mecanismos constitucionales para legislar y reformar la Constitución son acordes con los tiempos que vive la nación y el mundo de Occidente. Gobierno que no tiene más de 50% de asientos en las cámaras, está obligado a sentarse a negociar para formar mayoría, lo que permite enlazar agendas ideológicas y programáticas de las diferentes fracciones legislativas; lo que ciertamente es correcto y democrático, a la vez que tardado y tortuoso, habría que agregar.
La realidad, en oposición a lo consignado en el diagnostico crítico que hoy le comento, mi amigo lector, es que ninguna Constitución del mundo, es coherente y menos aún consistente con el tiempo y sus fines prácticos, pues los resultados de consenso que las prohíjan son generalmente de chile, de mantea y de pimienta, lo que propicia interpretaciones diversas y opuestas que judicializan su aplicación, o lo que es más grave, impiden su funcionamiento en lo general.
Sin embargo se dice, y creo que con razón, que los sistemas políticos democráticos, sean presidenciales o parlamentarios, cada uno en su modalidad y cultura particular, no son perfectos pero sí los más idóneos para mantener las garantías y derechos sociales y de participación ciudadana que forman ciudadanía y abren las puertas al desarrollo económico plural y productivo.
GRACIAS POR SU TIEMPO.
