La crisis económica a nivel mundial provocada por la pandemia de Covid-19 no tiene precedente alguno. Las economías de todo el mundo se detuvieron de un momento a otro por las medidas de contingencia. El deterioro económico global es demasiado rápido y significativo, supera cualquier previsión realizada a principios de año, y siguen empeorando. Sin una vacuna o tratamientos veraces para controlar el virus no se puede evitar el temor de un rebrote y que las economías vuelvan a cerrar, lo que aumenta la incertidumbre y la parálisis.
La economía mexicana no es la excepción, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima una contracción del 10.5% en 2020. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) estima que será del 7.5%, incluso de un 8.6% por un posible rebrote de Covid-19. La Comisión Económica para América Latina (Cepal) pronostica un 6.5%. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) calcula que será de un 3.9%. Sin embargo, el presidente de México está obstinado en hacer creer a la sociedad que las medidas tomadas hasta ahora son suficientes para evitar las previsiones de contracción.
El presidente considera que las estimaciones realizadas por organismos internacionales no son reales, que lo hacen para ejercer presión sobre su proyecto transformador. Incluso, desestimó las previsiones realizadas por la SHCP al decir que él tiene otros datos, que no coincidía con el anuncio. Sin importar el empeño discursivo, la realidad es otra: el FMI considera que la economía mexicana será de las cinco más castigadas a nivel mundial, la compara con Italia, España, Francia y Reino Unido. La Cepal calcula que para el cierre de 2020 entre 14.9 y 21.7 millones de mexicanos no tendrán los ingresos suficientes para adquirir una canasta básica.
De acuerdo con la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), publicados el 1 de junio, se perdieron 12 millones de empleos formales e informales entre marzo y abril de este año. El presidente está obstinado en presentar los programas y megaproyectos de la 4T como la mejor estrategia para superar la crisis. Los programas están focalizados a personas en situación de vulnerabilidad antes de la pandemia, pero no contemplan la nueva vulnerabilidad, el desempleo. Los megaproyectos no cumplen con la normatividad correspondiente y el impacto económico es a mediano plazo.
Las previsiones realizadas de contracción económica son a nivel mundial, no sólo para México. El presidente se niega a aceptar que la crisis sanitaria cambió toda planeación anterior al 2020, que el impacto económico es enorme y que sigue en aumento. Aferrado a su discurso niega la realidad, no considera otras opciones, como la implementación de políticas anticíclicas, implementar una ingreso único vital o recurrir a la negociación política a favor de México con los que califica como su adversarios.
