El Dólar
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Billete perdido

Una de las cosas que nunca se me han olvidado en la vida es aquella vez en que mi sacro santa madre Doña Tere me metió la mano derecha a un quemador de la estufa, obviamente estaba encendida, esto como castigo por haber agarrado sin su consentimiento de la mesa una moneda de cinco pesos de aquellas grandotas con la efigie de Vicente Guerrero. Fui la segunda víctima de mi madre en este sentido pues antes que yo le sucedió lo mismo a mi hermano Toño por haber agarrado, ocho años antes, 20 centavos de aquellos de cobre con la imagen de una pirámide de Teotihuacán. En aquel entonces mi madre me dijo que ese castigo era para que no anduviera agarrando nada que no fuera mío, y consciente estoy de que he cumplido con la regla, porque soy de las personas que no tomo nada que no me pertenece, y si encuentro algo busco al dueño del mismo para entregárselo, inclusive dinero, y ha habido muchas personas testigos de esto. Soy también de las personas que cuando llegan a pedir algo prestado, lo devuelven de inmediato, no me quedo con los objetos, aunque en este sentido procuro tener todo lo que necesito, porque en la vida siempre se me quedó grabada una frase de un compañero periodista quien entre broma y serio le contestó a un compañero que le pregunto que sí tenía una regla que le prestara “yo siempre tengo lo que necesito, porque es muy gacho andar pidiendo”. Y eso es cierto, uno debe tener lo que necesita para no andar pidiendo. Ahora bien, en ese mismo tenor también soy muy especial con mis cosas, y aunque se escuché mal no me gusta andar prestando objetos, porque luego sucede que no te las devuelven y vienen los problemas. Y no es que sea uno díscolo, como se dice entre la “raza”, pero soy de los que piensan que tanto batalla uno para conseguir sus cosas, para que luego alguien se las haga perdedizas de buenas a primeras, y luego hasta se ofenda cuando uno se las reclama. Luego vienen los pleitos y hasta la pérdida de la amistad, por eso mejor ni fío, ni presto, prefiero en todo caso regalar, si es que se necesita. Pero bueno, el comentario de la quemada de mi madre viene al caso porque a mis hijos también les he impuesto las reglas ya descritas, sobre todo esa de no andar agarrando lo que no es de ellos, y que procuren no andar pidiendo cosas prestadas, y si lo llegan a hacer, o si alguien les da la confianza, que regresen las cosas de inmediato. En dos ocasiones he llevado a dos de mis chamacos a entregar cosas que se les hizo fácil pedir prestadas, porque reitero no me gusta esa actitud. Y opto por comprarles lo que necesiten, cuando realmente lo requieran, y no cosas que no son indispensables en su diario vivir. Con orgullo puedo contar que hace ya algún tiempo en el baño de la planta alta, que normalmente compartimos cinco de mis hijos y yo (el de la planta baja lo usan mi esposa y mi hijo menor) un día estaba tirados 100 pesos a un lado de la canastilla de la ropa sucia. Esos 100 pesos yo pensé que era de uno de mis hijos y los puse en una mesita que tenemos en el baño donde están un montón de libros, esperando que los tomara aquel a quien según mí parecer se le habían salido de su pantalón sucio. Pues bien pasaron dos, tres, cuatro días, y el billete seguía ahí. Yo pregunté a cada uno de ellos si no les pertenecía y todos dijeron que no. Llegó la semana y el billete siguió ahí, por lo que mis hijos llegaron a la conclusión que era mío, lo cual yo decía no saber que se me hubiera perdido un billete y ellos alegaban que tal vez se me salió del bolso de un pantalón en una de esas veces que llegué ebrio, y ni cuenta me di. Total que a fin de cuentas con ese billete compramos fritos y cocas para todos, y ahí quedó la anécdota del billete de 100 pesos en la familia, pero que para mí fue un gran orgullo saber que mis hijos, aun pudiendo decir cualquiera de los cinco que el billete era de ellos, cuando les pregunté si les pertenecía, no lo hicieron, a sabiendas de que no era de su propiedad. Por lo tanto creo que en ese sentido he dado buena educación a los chamacos, al menos en el sentido de no agarrar lo que no les pertenece.

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