CIUDAD DE MÉXICO.-‘No sabía ni qué era Santa Martha’, dice ya libre Alejandra Cuevas.
‘¿No sabe usted qué es Santa Martha? Pues es la cárcel de mujeres’, le dijeron hace 528 días quienes la detuvieron.
‘Horrible. Yo no tenía idea. Es el inframundo’, comenta luego de encontrarse con sus hijos.
Previamente en las puertas de la prisión dijo: ‘Sin ustedes (la prensa) el Fiscal, Alejandro Gertz, me hubiera sepultado para siempre en la cárcel con un delito que él fabricó’.
‘Y como dicen en Santa Martha’
Ana Paula Castillo Cuevas tenía preparada una pequeña broma para cuando su mamá saliera del Centro de Reinserción Social de Santa Martha Acatitla.
En una pequeña caja roja de Carolina Herrera guardó la réplica pequeña de un mazo como el que usa el presidente Arturo Zaldívar, el cual compró en la tienda de recuerdos de la Corte, días atrás. La idea era que Alejandra declarara su propia libertad saliendo del penal.
Pero la liberación inmediata decretada por el pleno de la Suprema Corte fue tan inmediata que ni la broma, ni el reencuentro familiar a la puerta del penal, ni la primera conferencia de prensa sucedió con la presencia de la hija y los hijos de Alejandra en Santa Martha.
A las 3:54 de la tarde, aproximadamente una hora después del fallo, la camioneta en la que acompañábamos a la familia de Alejandra tuvo que cambiar de destino.
Desde la pantalla de un teléfono, Ana Paula, Gonzalo y Alonso Castillo Cuevas vieron las imágenes de su mamá libre tras 528 días de haber sido privada de la libertad por las acusaciones y operación del Fiscal General de la República.
Entonces se decidió que el primer reencuentro se daría en el estacionamiento de un edificio en la colonia Narvarte.
Rumbo al nuevo destino los Castillo Cuevas recibieron una llamada desde el reclusorio. No era el abogado, quien ya se dirigía con Alejandra hacia el nuevo destino. Era Mara, una amiga de Alejandra que cuidó todo este tiempo de ella, especialmente en los días posteriores a la filtración de las llamadas de Alejandro Gertz Manero con Juan Ramos.
Gonzalo le prometió que ahora lucharían por su libertad. Momentos antes, tras conocer el sentido de la sentencia, la familia anunció que crearían una fundación para ayudar a las mujeres encarceladas injustamente y buscar la eliminación de la prisión preventiva oficiosa, la cárcel automática, que tiene a dos de cada cuatro mujeres privadas de su libertad sin sentencia.
A las 4:34 de la tarde sucedió. Al estacionamiento del edificio entró el vehículo del abogado de Alejandra con ella abordo. Apenas se abrió la puerta del copiloto y Gonzalo y Alonso corrieron a los brazos de su mamá.
Con lágrimas en los ojos escuchó cómo la felicitaron por su discurso afuera de prisión y cómo los tomó por sorpresa la liberación rumbo a Santa Martha. Ana Paula miraba a la distancia hasta que Alejandra gritó ‘ven acá ratona’ y el abrazo de tres se abrió a ella.
‘Yo sé que me lo prometieron, pero no sé cómo lo lograron’, dijo.
‘Todo el poder del Estado y nos la pelaron’, sentenció Ana Paula.
Instantes después, apareció frente a los ojos de Alejandra la caja de Carolina Herrera roja. Después de pedir y encender un cigarro, Alejandra advirtió que la caja podría explotar porque Ana Paula se la pasa haciendo bromas. Pero no.
Calificó el regalo como una belleza, tomó el mazo y golpeó el circulo de madera que venía con él.
‘Libre. Justicia. Y como dicen en Santa Martha: justicia, chingada madre’.