MONTERREY.- La escena tradicional de la familia alrededor de las tumbas, quizá escuchando música, acarreando agua para limpiar la lápida de su ser querido esta vez no será posible en los panteones de Monterrey. No habrá anécdotas al volver a casa de los churros, el elote o el champurrado que comieron afuera del camposanto.
Para los vendedores de flores la poca venta no dejará un resultado alentador a su economía. Onésima Dávila Vargas, quien lleva 30 años haciendo coronas y arreglos florales, guardará su mercancía esperanzada en que le permitan abrir su local afuera del Panteón de Valle Verde unos días después del 3 de noviembre.
Las flores de crisantemo y de cempasúchil tampoco colorean con intensidad los alrededores de los mercados Estrella y Juárez.
La visita de los muertos esta vez deja un vacío. Esta vez la fiesta del día 2 no es más que un anhelo de poderse abrazar y recibir el siguiente año a los que no están y regresan a comer sus ofrendas y recibir el cariño de sus deudos.