El proceso electoral que habrá de iniciar el próximo 8 de Septiembre del año en curso, es sin lugar a dudas, el más competido que tanto las clases políticas mexicanas como la ciudadanía de México, haya enfrentado. Ahora y no tanto como hace década, en el seno de una vida democrática en plena vigencia. Con un sistema político electoral fuerte y completo, sin dudas ni estertores del pasado, que ha superado, y vive aún mil calamidades, muchas de ellas, injustas y hasta abyectas. Un sistema que ha soportado con entereza y virtud, cuestionamientos al por mayor, de un lado y de otro, de aquí y de allá.
No hay dudas que tanto la autoridad administrativa como la jurisdiccional, habrán de organizar, sancionar y juzgar lo que se presente, las instituciones electorales son fuertes y están consolidadas en la cultura de la legalidad y el pleno derecho. Tienen ambas instancias: El Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral de la Federación, cuadros técnicos experimentados y de buena formación profesional, sin duda harán un buen trabajo y soportarán con racionalidad, los vendavales y tormentas mediáticas que lancen los eternos inconformes y denostadores de resultados y conteos.
Solo, en cuanto a estas dos instituciones, habría que observar un punto a corregir en el futuro inmediato, quitarle al INE, la parte de resolución administrativa, y dejarlo solo con lo que corresponde a organización y vigilancia de los procesos electorales. Y pasar en consecuencia, todo ese exceso de equipaje, al tribunal federal. Con este ajuste, quedaría bajo buen recaudo la institución administrativa, y con plenitud de competencias el órgano jurisdiccional.
Un tanto más delicado, es la parte política y de partidos políticos, que aún llevan en sus dorsales sobrecargas ideológicas y de proyecto, impuestas por sus pasados, auto radicalizados unos, e inciertos y temerosos otros. Arropados siempre con retóricas modernistas pero acosados por prácticas antiguas y en no pocos casos obsoletas. Mire usted amigo lector, Los tres partidos más grandes de este país, dieron en tiempos recientes, muestra de civilidad política y congruencia programática, al promover y sumarse al Pacto por México, pero ahí se quedaron, temerosos y desconcertados, en ese momento de gran trascendencia para el futuro del país.
Es grande y al parecer irreversible, el desprestigio acumulado a lo largo de los últimos años, y ciertamente denunciado y encausado, con justas razones. Que tan solo les queda (a los partidos), una salida, abrirse totalmente a la sociedad, permitir que entren nuevas corrientes de pensamiento y actores menos castigados por la opinión pública, con propuestas horizontales de unidad e inclusión. A riesgo si, por supuesto, de que lleguen a su seno también locos, vividores y aventureros de la política y la democracia. Por lo que cada partido habrá de tener cuidado y ser cauto.
De mucho le sirve a los partidos, recibir y abanderar a candidatos ciudadanos simpatizantes aún y cuando no sean militantes activos.
Son entonces, los actuales y los venideros, tiempos de quitar candados estatutarios y hacer a un lado estorbosos requisitos y falsos prejuicios político-electorales.
Es tiempo de asumir una visión de futuro clara y legítima, de frente a la sociedad, y avanzar hacia esquemas más plurales y abiertos, modernos, competitivos y ganadores.
Esperemos, luego entonces, en lo inmediato y no para después, que partidos, dirigencias y militancias, tengan en cuenta esta realidad social y aprovechen, esta, que bien podría ser la última llamada, en bien de todos, y siempre teniendo en cuenta que los partidos y organizaciones políticas, son el instrumento que los ciudadanos todos, tenemos para acceder al poder de manera civilizada, pacífica y en orden institucional.
No entender esto, es caer en el sectarismo político discriminatorio, y empujar a la gente a buscar otras opciones, incluso las violentas y desestabilizadoras que nadie desea.
Hay entonces, y sin remedio, un entorno social y político que espera ser atendido y resuelto. Un nuevo libro de política que escribir y del que se podrá dar cuenta y razón en años posteriores.
GRACIAS POR SU TIEMPO