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¿Qué  pasa en el PRI?

Primero  José Narro Robles renunció a su militancia en el PRI, luego Manlio Fabio Beltrones anunció que no votaría en la elección interna por tener un padrón irregular, después Rogelio Montemayor renunció al PRI, enseguida hizo lo propio la periodista Beatriz Págues.

¿Qué le está pasando al PRI? ¿Por qué una parte de la cúpula no quiere a Alejandro Moreno? ¿Por qué atrás de él está Enrique Peña Nieto?  ¿No fue la cúpula y la militancia priista la que le dio a Peña Nieto un status de Dios terrenal, cuando ganó la elección del 2012 y le dio una paliza a Andrés Manuel López Obrador?

No decimos que la elección de Alejandro Moreno se esté complicando. Va a llegar  a la presidencia, con renuncias y protestas de por medio, pero va a llegar con un partido cada vez más  fraccionado y con una clientela electoral que se adelgaza y se adelgaza.

El problema es que lo que le ocurre al PRI a nivel nacional se replica en Tamaulipas y en Nuevo Laredo. El PRI sigue teniendo un voto duro, de 90 mil en el Estado y 13 mil en Nuevo Laredo. Y pensar que en el  2010 llegó a los 600 mil votos estatales y 83 mil en Nuevo Laredo.

Con los votos que ha obtenido en las últimas elecciones, imposible para el PRI ganar en el futuro cercano. Pensar que las múltiples fracciones que ha sufrido no le afecten, es cosa de idiotas.

Cuando un priista deja el partido y el dirigente festeja su salida, en realidad le sangra la herida. Toda  renuncia  afecta, en menor o mayor medida, pero afecta.

El PRI tiene que  poner un alto a sus divisiones. Tiene, además, que incrementar su padrón de militantes y simpatizantes, pero sin recurrir a la simulación. Tiene  que buscar  simpatizantes y militantes en terrenos no explorados. Quizá sea hora de su cuarta transformación de siglas, pero también de  estrategias.

El PRI tiene que aprovechar el mal ejercicio de gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, que ya raya en la locura.  Cada vez es mayor el desencanto entre los lopezobradoristas por su ineptitud, su belicosidad y su ejercicio cotidiano de la mentira. Y si los lopezobradoristas están decepcionados, imaginemos lo que  pasa con los que votaron por otras opciones, o no lo  hicieron por  nadie, convencidos de que no vale la pena  votar, porque quien  gana o es corrupto o es un tontejo.

El que hoy se erige como campeón de la popularidad,  mañana puede ser lo contrario. Y ahí están los ejemplos de Iturbide, Santa Ana y Díaz, que cuando triunfaron los recibieron con un arco de flores y  terminaron detestados.

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