El 11 de agosto el PRI tendrá elecciones para escoger a su nuevo presidente nacional que, si no hay sorpresas, será Alejandro Moreno.
Y una vez ganando Moreno, en Tamaulipas el PRI recibirá una fuerte sacudida con la llegada a la dirigencia estatal de Enrique Cárdenas del Avellano.
Enrique Cárdenas aspira a darle vida a un partido enfermo. Es un reto grandísimo y hay que reconocerle la voluntad que tiene para hacerlo. Es algo similar a lo que ocurre en Nuevo Laredo donde el profesor Adán Hernández pide la oportunidad de dirigir al partido. Y el PRI está tan golpeado que cuando Adán Hernández y Enrique Cárdenas piden una oportunidad, por lo menos se les debe escuchar.
El PRI tiene gente buena y gente mala. Hay elementos que tienen la camiseta bien puesta. En cada proceso electoral le echan ganas para que su partido gane, entran al proceso electoral convencidos de que, ahora sí, volverán a ganar. Cuando pierden, gritan, patalean, hasta pareciera que van a tirar la toalla y a dedicarse a sus actividades personales. Pero se llega un nuevo proceso y nuevamente se les ve entusiastas y convencidos de que ahora sí el PRI volverá a ser el partido triunfador.
Militantes de este tipo hay muchos. Usted y yo los conocemos. Es con esos militantes con los que se debe intentar hacer fuerte al PRI.
En otro tema, protestaron cientos de policías federales que no quieren que se les obligue a integrarse a la Guardia Nacional. El Presidente Andrés Manuel López Obrador respondió que el cambio es voluntario, pero lanzó su pus: “La policía federal se echó a perder desde el sexenio pasado”.
Y si se echó a perder, lo mejor es despedirlo. Es el doble discurso de siempre, de tirar la piedra y esconder la mano.
Lo cierto es que muchos policías federales y militares no quieren integrarse a la Guardia Nacional, pero no hay de otra en la democracia de AMLO: o se integran o se integran. Así de simple.
Y mientras tanto la sociedad paga los costos del aprendizaje del gobierno. Al final del sexenio, cuando la estrategia de seguridad este más que fallida, nos dirán que no les alcanzó el tiempo. Ni los pretextos.