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Música y recuerdos de antaño

Corría el año de 1988 en que apenas iba yo a cumplir 16 años de edad. En aquel entonces vivía en la colonia Mirador, por la avenida Monterrey casi esquina con Guanajuato. Justamente en ese crucero había un enorme terreno baldío, donde muy frecuentemente se instalaban unos jueguitos mecánicos y un pequeño circo denominado “Hermanos Gaona”. Era una empresa familiar, donde el que te vendía el boleto, era el mismo que te lo recogía a la entrada, la hacía de anunciador, vendía las palomitas y salía de payaso. Los otros colaboradores tenían también múltiples facetas. Eso, paradójicamente, era para muchos de los que iban a ese circo, lo más chistoso, pues se la “curaban” viéndolos aparecer por todos lados, haciendo su trabajo. Por el mismo boleto tenías derecho a subirte a los jueguitos, que eran sillas voladoras, las mentadas tasas giratorias, unos carritos para los chamacos, tiro al blanco con rifle y tírale al negro con pelota de béisbol, y párale de contar. Normalmente iniciaban actividades a las siete de la tarde, y lo sabíamos porque se empezaba a escuchar la música que ponían, a través de altavoces, y la cual se oía a dos cuadras a la redonda. Era música de los grupos del momento como Liberación, Los Vickos, Los Plebeyos, Los Temerarios, Bronco, Pegasso, Zaaz, Tropical Panamá, Míster Chivo, y muchos otros, que entonaban canciones que hicieron época. Recuerdo que en cuanto se dejaba escuchar la música salía a la calle, junto con algunos vecinos, a oírla, mientras a la vez platicábamos. En lo personal evocaba cuando de niño, con apenas cinco años de edad y viviendo entonces la colonia Victoria, también se instalaban unos jueguitos mecánicos en un terreno situado en Belden y Comonfort, solo que en aquel entonces las melodías de moda eran de grupos como Los Ángeles Negros, Los Terrícolas, Los Bríos, Los Solitarios, Los Pasteles Verdes, Los Fresnos, Renacimiento 74, entre otros. En aquel entonces, por 1977, teníamos un radio que solo sintonizaba la XENU, cuya transmisión se suspendía a las ocho de la noche con aquel clásico mensaje de “ha llegado la hora de abandonar el espacio”, por lo que igualmente salíamos a la banqueta a escuchar las canciones. Son cosas que han quedado grabas en mi mente y por las que indudablemente me gusta la música de los denominados grandes grupos, la música “de viejitos” como dicen los chavos de ahora. Y evoco todo esto porque ahora los tiempos han cambiado mucho. Ahora cada quien trae su propia música en los aparatos celulares. Traen sus propios altavoces y a donde quiera que vayan, van escuchando lo que les gusta, que dicho sea de paso, es música más ruidosa que antes, sin sentido, y que refiere puras boberías. Música que hace alusión descarada del sexo y ruidos extraños incomprensibles, pero que se ponen de moda. Pero bueno como bien dicen, en gustos se rompen géneros. Las sillitas voladoras y las tasas giratorias han desaparecido. Ya los chamacos quienes cosas más extremas. Y ni duda cabe que eso no les emociona tanto, como el estar frente a una consola de Xbox, Wii, PlayStation o demás, jugando al matón (porque casi todos los juegos son violentos, lo que hace a su vez que los chamacos lo sean). Y de los circos ni qué decir, si ya no hay circos de renombre porque se han prohibido los espectáculos con animales, mucho menos hay circos de barrio, y los payasos de ahora, si no dicen groserías o cosas con doble sentido, no son aplaudidos. Se ha perdido el humorismo blanco. Son cosas que se lamentan. Tengo apenas 44 años de edad y no me quiero imaginar cómo estarán las cosas cuando tenga 65, si es que el Todopoderoso me presta vida. ¿Cómo irá a ser la música? ¿Cómo se divertirá la chamacada? No lo sé, ni quiero imaginármelo. Por mientras y por lo tanto seguiré poniendo mi música vieja, que afortunadamente no pasa de moda, y evocando los viejos tiempos, que para dentro de 20 años, tendré muchos más de qué comentar… y lamentar.

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