Donald Trump arranca precampaña el 18 de junio, y México ocupa un lugar importante en su agenda. En 2016, Trump hizo de nuestro país un enemigo para el pueblo estadounidense, lo que contribuyó a consolidar una amplia base electoral. El discurso de odio utilizado hizo resonancia en el ciudadano promedio, tradicional y conservador. En la carrera electoral para 2020, parece que se utilizará la misma fórmula para convertir las emociones y voluntades de la población en votos. Una primera muestra es la amenaza de imponer aranceles si no se detiene el flujo de migrantes a Estados Unidos (EE.UU.).
En 2016 Trump hizo de México un enemigo a vencer como parte de su campaña de “America First”. A partir de esta imagen hizo promesas a sus simpatizantes como: construir un muro en la frontera, condicionar remesas, imponer aranceles comerciales, revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, regresar empleos a EE.UU., deportaciones masivas y detener el flujo migratorio. A pesar de las críticas y la poca credibilidad en esta estrategia, Donald Trump resultó vencedor y se convirtió en el 45º presidente de EE.UU..
Varias de las promesas no han sido cumplidas, pero esto no es un factor en contra. Las promesas inconclusas son utilizadas para volver a manejar las emociones y voluntades de los electores que lo respaldaron cuatro años atrás. Esto se debe a la estrategia populista de crear amigos y enemigos. Los enemigos del pueblo estadounidense son México, en este caso, y los integrantes del Partido Demócrata. Así que cuando Trump publica un twitter xenofóbico, conservador y proteccionista relacionado con sus promesas, las críticas en países extranjeros y de la oposición en EE.UU. fortalecen la postura amigo-enemigo, y le dan aparente sentido a su discurso.
A lo largo de su desempeño como gobernante, Trump ha generado enemigos y crisis como un arma política. A pesar de las críticas por parte de organismos internacionales, gobiernos e incluso por miembros de su propio partido, los resultados lo favorecen y lo hacen parecer un líder firme que lucha por los intereses de su base electoral. La amenaza al gobierno mexicano de imponer aranceles si no detiene el flujo de migrantes indocumentados es una primera muestra de cómo Trump volverá utilizar esta arma en contra de México y para su beneficio electoral.
Definitivamente, México formará parte del discurso populista en la campaña de Trump. La diferencia entre el proceso de 2020 y 2016 es que ahora él es presidente, y sus promesas pueden volverse presiones económicas y políticas reales. Esto convertirá a nuestro país en rehén del temperamento explosivo de Donald, a su radicalización de ideas y a las necesidades para lograr su reelección. El gobierno mexicano debe dejar la improvisación y plantear una estrategia para hacer frente a esta amenaza. Vienen meses difíciles y no podemos dejar la soberanía de nuestro país a merced de los intereses de Donald Trump.
