En un año que la guerra de lodo paso por todas las campañas políticas, en México y en el extranjero, ninguno candidato se escapó de los señalamientos. Año en el que se consagró que las encuestadoras se equivocan diametralmente y que los encuestados ya no dicen la verdad, sea por estrategia o por falta de confianza. Año en el que se cumplió la decena trágica de nuestra sociedad en la que persisten más muertos y cada día son tan profundas las heridas como las mismas fosas que se cuentan por cientos.
Aun con todo esto, para México este 2016 es el año de la energía y sinergias pero también de las desvinculaciones, una de ellas y la más profunda es que para los mexicanos estos doce meses no fueron marcados por el sector energético, aunque algunos beneficios llegaron hasta la población, no fue percibido de esa forma por no estar vinculados.
Si bien la cifra no está muy clara, por la misma forma de operar de las diferentes áreas del gobierno sin vincular los temas con la opinión pública y con el ciudadano común, lo cierto es que las inversiones ejecutadas durante este año se cifran en millardos de dólares. Lo más importante de 2016 es que pese a la vorágine internacional, entre los cambios políticos y los embates de las economías, al final México supo preservar la confianza de los inversionistas globales como para estar en la mirilla de sus apuestas.
Otro punto a destacar de este año es que la ecuación para el éxito en el sector energético no se puede contar sin el elemento Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía, quien pese a las trifulcas políticas hacia su familia en la península mexicana que lo pudieron sacar de su acción focal, no lo movió ni un ápice aunque muchos columnistas daban por hecho su rompimiento con el presidente de México y con ello su inminente salida del gabinete de Enrique Peña Nieto. No fue así, sino todo lo contrario, concluye el año de forma exitosa y con reconocimiento internacional.
Por otra parte, todo 2016 estuvo marcado por la sinergia que se dio entre los inversionistas internacionales con los nacionales para formar nuevos consorcios con los que pudieran entrar a la jugada del sector energético mexicano, para nuevas adjudicaciones, licitaciones y hasta ampliación de los contratos ya previamente obtenidos. También la ausencia de jugadores fuertes que venían predominando el mercado y la probable entrada de otros nacionales, eso le dio el pegamento necesario para amalgamar a las incipientes sociedades.
Por infortunio, este año no se privilegió la vinculación cupular con sus pares regionales y mucho menos con la base social. Un claro ejemplo lo vi cuando estuve en la Ciudad de México en reuniones de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (CANACINTRA) o en la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), lo que promovían a nivel nacional, no se vincula con las acciones locales. ¿Usted qué opina?