La semana pasada, en una sala del Senado de la República, fue presentada una obra más de la ya nutrida enciclopedia mexicana del turismo, escrita por Don Ricardo Ampudia, con la presencia y opinión, del Senador Enrique Burgos, los periodistas Rafael Cardona y Sergio Sarmiento, entre otras personalidades relacionadas con el medio.
La obra es una muy ordenada e importante acumulación de datos, recuentos y estadísticas sobre lo que es el turismo como recurso natural, humano, económico y gran palanca del desarrollo nacional. Don Ricardo Ampudia, estimado lector, es un valioso y muy respetado mexicano, conocedor como pocos, del sector turismo, además de disciplinado narrador y constructor de las tesis que reconocen al turismo como como un valor estratégico en el desarrollo nacional mexicano.
Generador de importantes divisas, factor de movilidad social, impulsor de inversión directa nacional e internacional, factor de equilibrio del medio ambiente y la biodiversidad, creador de imagen favorable para el país, contenedor cultural y evidencia clara de la sabiduría y avance de las culturas prehispánicas en el nuevo mundo mexicano.
No exagera Don Ricardo, al señalar que México puede encontrar en el turismo, una puerta de entrada a la modernidad económica y financiera, y que como sector productivo, en poco tiempo se colocará como elemento estabilizador de las finanzas públicas nacionales, al sustituir con creces los ingresos fiscales que el petróleo dejó de aportar desde hace varios años.
Así de importante y trascendente es el negocio del turismo en México, ¿Quién puede negar? el inmenso acervo de belleza natural que el país tiene en sus palayas, desiertos, regiones indígenas, pueblos mágicos, ríos, lagunas y demás cuencas hídricas. ¿Quién puede negar? la inmensa variedad paisajista, gastronómica y arquitectónica que el país tiene como patrimonio tangible.
Somos muchos los que reconocemos el gran valor que el sector empresarial de este ramo tiene, son innumerables los turistas nacionales y extranjeros que se pasean y circulan por la inmensa red de carreteras que México tiene a lo largo y ancho de su territorio, son a la vez muchos los visitantes que regresan año con año a los parajes naturales, en los que se les atiende con agradable y amable trato provinciano.
Y son pocos, muy pocos los mexicanos y extranjeros que logran su propósito de denostar a México, intentando, sin éxito ciertamente, hacer creer que el país vive épocas de convulsión social y criminal, por cada hecho delictivo que sucede en el territorio nacional, hay miles y miles de acciones y opiniones a favor de lo agradable y tranquilo que es pasearse por el interior de la república. Y esto no es una falacia, las estadísticas son claras, el turismo es un sector económico que crece en promedio anual 11%, la cantidad de divisas que entran al país por este concepto, los millones de familias nacionales que cada año por el invierno y el verano viajan por nuestras carreteras, aeropuertos y puertos de mar.
Tenemos mucho más cosas buenas que presumir, que los eventos violentos y criminales que suceden. Por desgracia no está en nuestra cultura de hábitos evaluar y comparar lo que en México sucede, contra lo que se padece en materia de seguridad, en las ciudades de Estados Unidos, Europa y Asia.
Somos, también y no para bien, por desgracia una nación con serias y ancestrales inclinaciones hacia la auto denostación, proclives a magnificar la desgracia y el suceso negativo, y lo que es peor aún, amigo lector, a generalizarlo todo, sin entender que siempre y sin excepción, las generalizaciones son injustas, perjudiciales e irracionales.
