De chamaco admiré mucho al profesor Pedro Pérez Ibarra, dirigente por muchos años de la CTM y amo y señor de la política en Nuevo Laredo. Para muchos fue un cacique, un abusivo del poder e incluso hasta un bandido, pero para otros fue un gran líder, un ídolo y una persona de gran corazón que ayudó a mucha gente.
Supe de él cuando trabajé como ayudante de archivista en el periódico El Diario, pues casi a diario me pedían una foto de su persona para ilustrar las páginas del rotativo. Posteriormente los azares del destino me llevaron a trabajar en el periódico de su propiedad, Laredo Ahora, y el cual creó precisamente para defenderse de los ataques que le infringían tanto en El Diario como en El Mañana.
En aquel entonces recuerdo yo que el defensor periodístico de oficio del “profe” era el entrañable amigo Genaro González Gaucín (+), quien hacía gala de su acervo literario para enaltecer al líder cetemista, y a la vez atacar a sus detractores u oponentes. Hubo un tiempo en que El Diario a diario “le pegaban” al “profe” con notas periodísticas de muy alto contenido insultativo y en Laredo Ahora respondían también con ofensas hacia el dueño de dicho medio, Don Ruperto Villarreal Montemayor, y otros familiares, lo que generaba que ambos periódicos se compraran por parte de la clase política y empresarial, por el morbo de ver justamente los ataques que se proferían de uno y otro bando. Cierta vez, en que las arremetidas estaban a todo lo que daba, yo, que era un jovenzuelo de apenas 16 años y recientemente había entrado al Laredo Ahora, fui llamado por el amigo González Gaucín para que le hiciera el favor de llevarle unos papeles que se le habían quedado en el periódico, al entonces Café Plaza, que era el sitio de reunión de los políticos, y donde Genaro sacaba sus notas del día.
Recuerdo que al llegar al lugar en busca del susodicho me percaté que en una de las mesas estaban sentados platicando muy quitados de la pena Pedro Pérez Ibarra y Don Ruperto Villarreal Montemayor, y hasta riéndose. Yo sorprendido me dirigí hacia Genaro, quien estaba solo en una mesa haciendo unos apuntes, y le dije que sí ya se había dado cuenta que el “profe” y el ex alcalde estaban juntos platicando, y me dijo que sí, que siempre platicaban.
Yo le dije que como era posible si se atacaban continuamente y justamente en esos días estaba la guerra de papel a todo lo que daba, a lo que Genaro sólo atinó a decirme “¡ah que muchacho, te falta mucho para entenderle a la política!” Esas palabras se me quedaron grabadas por siempre, porque es cierto, la política nunca la acabas de entender, e incluso aquellos duchos políticos que creen saberselas de todas-todas, se quedan “de a seis” cuando las cosas no salen como ellos pensaban que iban a salir, o peor aún cuando las cosas no les salen como ellos pensaban que les iban a salir.
Todo esto viene a colacion porque a casi un mes de pasadas las elecciones federales, todavía hay algunos políticos que siguen rumiando su derrota, que no aceptan que el pueblo no los eligió y se siguen inconformando, demostrando con ello ser malos perdedores. Peor están aquellos que los apoyan y que son novatos en el ámbito político, y como tales actúan manteniendo pleito con sus antagónicos y siguen lanzándoles lodo, sin entender que la política así es, se gana o se pierde por igual.
En contraparte hay quienes entienden que el voto no les favoreció y ya le dieron vuelta a la pagina, esos si son politicos de verdad, con callo en el oficio. Por eso yo siempre he dicho, quien no le sepa a la política, pues que no se meta a la política, así de sencillo. Porque la política es el arte de tragar sapos sin hacer gestos, es el arte de sentarte a tomar café y reír con tu adversario. Que se peleen los de abajo, que los de arriba, esos nunca perderán su altura política.
