Alejarnos de las distracciones hoy en día, es un verdadero desafío. La cantidad exorbitante de apps nos mantienen pegados, literalmente, a los dispositivos electrónicos. Sin embargo, éstas no son las únicas distracciones, ni precisamente las más dañinas; en la vida diaria, las provocadas por la misma sociedad, son a mi parecer las más difíciles de detectar y enfrentar.
Viene a mi mente una de las teorías de la psicología social, llamada síndrome del cangrejo mexicano, concepto desarrollado por Sigmund Freud, la cual se inspiró en una pescadería donde había tres cubetas. A diferencia de la cubeta de cangrejos japonenses y norteamericanos, la de los mexicanos era la única, qué al tratar de salir un cangrejo de la cubeta, los demás lo jalaban hasta abajo. Triste, patético, pero real. Un claro ejemplo de la envidia y la distracción que causa esta. Tanto para el que la siente, como para el que se ve afectado.
Los prejuicios, las frustraciones emocionales y psicológicas, son el arma poderosa para atacar. Este tipo de distracción, manifestada por la envidia, en muchas ocasiones provoca el desenfoque y saca de balance a quien se propone lograr una meta y luchar por ella. Sembrar la duda de la capacidad de conseguirlo y en casos extremos, hacer que desistan. Existen también los maravillosos casos, en los cuales, la envidia y la critica alientan y empujan a seguir, siendo los mínimos, pero los hay.
La buena noticia es, que hay métodos para contraatacar esta conducta. Una de ellas es cuidar el enfoque y mantener la meta fija; rodearnos de personas que sumen a nuestras vidas; tomar distancia de quien nos distrae y no caer en provocaciones. Tarea difícil, pero no imposible.
Teniendo conciencia de ello, difícilmente lograran su cometido. Y la mejor manera que existe, la que comienza en el hogar, la inculcada por la madre de todas las influencias, los que formamos. Si enseñamos a reconocer y aplaudir el trabajo y éxito de los demás, fomentaremos la seguridad en ellos mismos, conociendo sus habilidades y respetando las de otros.
Es tiempo de invertir en sus sueños y metas, acompañarlos en el trayecto para lograrlas, será la mejor manera de hacerlos sentir respaldados. Alejemos el sentimiento de envidia en nuestros hijos. Afortunados los que somos la madre de todas las influencias. Tenemos ese poder, hagamos uso de él.
