El dinero siempre ha sido un gran tema para dividir o unir a cualquier grupo social; sin embargo, como en ningún otro proyecto político, los más afectados negativamente son los procesos electorales latinoamericanos y sus campañas de elección popular, pues el dinero juega un papel preponderante para darle el matiz que tendrá la estrategia, así como la misma candidatura, incluso desde antes del arranque oficial.
La presencia o la ausencia, la abundancia o la escasez, la centralización o la democratización, la dispersión o la movilización del recurso económico, sea cual sea el caso aplicado para la campaña política, invariablemente siempre será un tema que provocará la división interna del equipo de trabajo que impactará de forma directa en la percepción del candidato/candidata, siendo en la mayoría de las ocasiones un elemento que erosiona su imagen.
LA ABUNDANCIA ES LETAL
Caso contrario de las campañas políticas norteamericanas, la abundancia del dinero en las latinoamericanas toman un tenor particular, en lo general, por la condición social formada por culturas más cándidas y con una exacerbación de las emociones. Cuando existe un recurso económico holgado para desarrollar la candidatura durante el proceso, desde el primer instante despide un olor apto para despertar pasiones, ambiciones, divisiones y hasta olvidar la estrategia rectora para llevarla a dinamizarse en otras con meras motivaciones particulares o sectarias.
La abundancia en las campañas políticas latinoamericanas en la última década empieza a ser casos muy aislados en cada proceso, al grado que cuando un candidato/candidata cuenta con el apoyo económico para entrar de forma holgada, se cierra la administración conduciéndola para llevarla al límite como sí hubiera escasez.
DIVIDE Y VENCERÁS
Atribuida al príncipe Makiavelo, es una frase usada hasta el cansancio por los estrategas políticos, en la aplicación del recurso económico se emplea para dividir desde el/la aspirante adversario/adversaria e incluso al candidato/candidata oponente. Sin embargo, cuando se considera utilizar una ministración para aniquilar internamente a otro/otra contendiente, durante la campaña ya resulta más fácil volver a utilizar dinero para controlar o sacar de la jugada a algún operador político aun cuando sea el mismo presidente de su propio partido político.
En los tiempos actuales, en la utilización del dinero para dividir al electorado siempre habrá una contra reacción de la parte oponente afectada que empleará la misma cantidad, o más, para responder el ataque. Con ello, la erosión en la imagen pública puede ser inmensamente proporcional o mayor a la estrategia empleada originalmente.
DINERO MATA CREATIVIDAD
En las campañas políticas más austeras es muy común escuchar desde los ‘Cuartos de Guerra’ (War Room) que el dinero mata toda creatividad, que en realidad es una frase muy utilizada por estrategas y operadores políticos sumamente experimentados que han estado acostumbrados a las grandes ministraciones que de pronto terminan trabajando en una campaña en la que hay graves problemas para conseguir recursos económicos. Es decir, no son creativos sin dinero.
Con la aparición de tendencias sociales, tras las primeras ‘tribus comunitarias’ de finales de los años noventa, los grupos alternativos, ecléticos, hípsters, holísticos, activistas comunitarios, ambientalistas, entre otros, han logrado impregnar el sentido ecosustentable al empleo y administración del recurso económico, provocando que se explore más la creatividad sin matar la mercadotecnia política, además de enfocarse más en la identidad real del candidato/candidata aniquilando productos políticos construidos en ocasiones desde el capricho de la cúpula partidista.
* Síntesis tomada del capítulo 1. Dinero, la manzana de la discordia, de Diario de Campaña escrito por David Dorantes como consultor en comunicación política
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