El 12 de Junio próximo será la más insólita reunión imaginada, entre Donald Trump y el líder Nor-Coreano Kim Jong Un, sin duda un juego ridículo e intrascendente, por su carácter utilitario y distractivo, que en el fondo es, sin duda, un evento mediático que pretende amainar o disuadir, los cada vez más intensos comentarios noticiosos dentro de los Estados Unidos sobre los hasta ahora, presuntos actos ilícitos cometidos por el mandatario norteamericano.
El espectáculo político montado para mediatizar la aludida reunión tendrá como sede Singapur, lugar que le dará mayor cobertura asiática al suceso, y será trasmitido en línea a todo el mundo, los derechos televisivos se comenta, (no confirmado),y es de suponerse, están siendo comercializados por las empresas del ramo, e intermediarios que hacen labores de lobing en medios y sitios especializados, lo que ya presagia jugosos negocios, y una muy buena capitalización de opiniones pública favorable para el presidente Trump en el entorno doméstico.
Sin vacilaciones, hay que decirlo, se trata de aprovechar un modelo de negocios, cuyo éxito es indiscutible, y que además, no siempre para bien, forma parte ya de la cultura mediática y del espectáculo estridente de occidente, convertido ya, en industria de la política, la diplomacia y el acoso militar estadunidense; como conducta en lo general, y en lo particular como estrategia específica y de cuyuntura, en la más importante y consolidada democracia de occidente.
La desconfianza que Estados Unidos inspira en el contexto internacional, es tan evidente como lamentable, ya nadie en el mundo, toma en serio los compromisos suscritos o por suscribir, por la Unión Americana, la desconfianza permea con mayor preocupación entre sus aliados de siempre, principalmente aquellos quienes se sientes cada vez más preocupados, por la ligereza con que se maneja el ejecutivo norteamericano.
Los incorrectos desplantes hechos recientemente a Emmanuel Macron y Ángela Mearker de Francia y Alemania, ambos aliados permanentes de la nación americana desde la Segunda Guerra Mundial, y penosamente asumidos por estos líderes europeos garantes de los principios y acciones unionistas de la Comunidad Económica Europea. ¿Luego entonces. ¿Qué se puede esperar? de esta reunión entre Donald Trump y Kim Jong Un, la respuesta lógica es, nada relevante, y menos aún, en lo relativo a la paz mundial, ciertamente objetivo no buscado por ninguno de los dos personajes.
La noción mediática que Trump logra crear con su actitud beligerante y perturbadora, enmarca todo lo que dice y hace, la soberbia y prepotencia con que se maneja hace sospechar la posibilidad real de un desenlace ridículo de tan insólita reunión, provocado por él, o por el mismo Kim Jong Un, cuyo propósito único, para los efectos prácticos de esta reunión, es lograr que se reconozca a Corea del Norte como una potencia nuclear y armamentista, y por la parte de Trump, hacer ver al mundo y al electorados norteamericano que es un gran negociador, capaz de sacar las mayores ventaja para su nación, sin entregar a cambio nada, o si acaso bien poco.
Así lo ha demostrado durante su gestión de campaña y de gobierno, destruir lo acordado y pretender pactar algo nuevo atribuible a él y no a los anteriores líderes, sin importar sea esto, bueno, mejor o peor que lo anterior, se trata de un autentico primer actor del espectáculo político (Donald Trump me refiero), visto esto, como género de la comunicación, basado y sostenido por el escándalo y la estridencia mediática. Por lo pronto y para bien personal del propio Trump, tendrá de ahora y hasta el próximo doce de Junio los reflectores y la atención mundial a su disposición.
Lo que quitará un poco, o un mucho de atención a los actos de tráfico de influencia, cometidos por su anterior abogado personal quien recibió por parte de grandes empresas, cuantiosos pagos disfrazados como asesorías, con el fin de aprovechar su cercanía con el presidente, según el más reciente escándalo mediático comentado en Washington.
GRACIAS POR SU TIEMPO.
