A raíz de que recientemente narré en este mismo espacio mi afición por la revista Kalimán, de la cual tengo la colección de su segunda edición (interrumpida por cierto ante las bajas ventas), mi compañero periodista Mario Portillo, quien también es un gran aficionado a los comics, me preguntó sobre si era cierto que tenía otras colecciones de revistas, a lo que le respondí que efectivamente cuento con otro tumulto de variadas revistadas entre las que se encuentra la segunda edición del famoso Memín Pinguín de la siempre entrañable Yolanda Vargas Dulché.
Sin embargo del Memín no tengo toda la colección, pues desgraciadamente hubo un tiempo en que ya no llegó a los puestos de revistas locales y descompleté la serie, lo cual me dio mucho coraje y ya no la junté. No obstante tengo desde el número 1 hasta el 303, que atesoro igualmente con mucho cariño. De Yolanda Vargas Dulché también tengo ciertas colecciones de sus revistas Lágrimas y Risas, entre las que destacan María Isabel y Rarotonga, en la presentación de 32 páginas y con continuación. Pero también las tengo en tomos de 4 y 6 piezas, y ahí cuento con la de Amor en Oriente, Carne de Ébano, Vagabundo y Yesenia.
Todas esas las compré en mi época de juventud, cuando incluso todavía ni me casaba, y todo mi dinero se me iba en comprar revistas. Eran los tiempos en que los comics todavía eran ilustrativos, de enseñanza y aprendizaje, no como los de ahora que no aportan nada a la juventud que da lectura de los mismos. Antes había revistas muy didácticas como Hombres y Héroes, Joyas de la Literatura, ¿Quién fue? (de los que también guardo algunas ediciones), que hablaban de temas históricos y motivaban a leer libros y biografías sobre lo ahí tratado.
Incluso había comics que trataban de temas de la vida cotidiana y mostraban cómo resolverlos, y entre los que figuraban La Familia Burrón y el propio Memín Pinguín, sin faltar las enseñanzas en medio de la diversión que propiciaban series como La Pequeña Lulú, La Zorra y el Cuervo, Tom y Jerry, La Pantera Rosa, El Pato Donald, Archie y Sus Amigos, El Condorito, sin faltar las lacrimógenas e interesantes de El Libro Semanal, El Libro Sentimental, El Libro Policiaco, El Libro Vaquero, La Novela Policíaca, Tawa, y muchos otras más, incluso algunos de música como Notitas Musicales, El Cancionero e infinidad de revistas que había, y que de una u otra forma entretenían.
Lamentable muchas de esas revistas empezaron a ser reemplazadas por algunas donde se perdió la inocencia, y ya era más rentable poner mujeres semi-desnudas (y después hasta desnudas) tratando temas ya nada convencionales, sino simples tonterías que no educaban en nada. Así pues salieron el Sensacional de Lucha Libre, El Sensacional de Traileros, Así Soy ¿Y Qué? y demás que reitero no dejaban nada de provecho.
Hoy en día los comics de moda son las mentadas Mangas, que la verdad no sé ni de qué se traten, porque no los leo, solo los veo cuando me aparezco por algunos de los escasos estanquillos que quedan de revistas en la ciudad, porque hasta eso, han desaparecido muchos, pues según los propios dueños de los mismos ya no es negocio vender revistas, por la simple y sencilla razón que las nuevas generaciones ya no leen, se la pasan ensimismados en el teléfono celular.
Evidentemente ha habido intentos de volver a sacar revistas de antes, por parte de los productores de las mismas, pero sin lectores poco se puede hacer. Por eso atesoro mucho mis colecciones de revistas, porque quiero tener constancia de cómo nos divertíamos sanamente antes, y sobre todo aprendíamos, cosas importantes, y de hecho cosas tan básicas como el justamente saber leer y escribir como es debido, no que hoy en día los chamacos de estos tiempos aparte de que no leen bien, tampoco escriben correctamente, y con ellos nos seguimos perdiendo en la maraña de la ignorancia y la insensatez, toda vez que dejamos de hacer cosas tan sencillas como el leer un simple comic.
