“La economía y las finanzas públicas del país, van requetebién”, acaba de decir el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Ese desbordante optimismo se da cuando el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) — uno de los benditos órganos autónomos a los que no quiere AMLO, pero los ampara la Constitución–, dio a conocer que en el primer trimestre del año la economía se contrajo -0.2 por ciento. A ello se suma el anuncio del secretario general de Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Miguel Angel Gurría que dice que para este año el país va a crecer 1.6 por ciento. Frente a este pronóstico, elaborado en base a los números macro económicos del país, AMLO dice que Gurría no tiene calidad moral para opinar sobre el gobierno federal porque formó parte de los anteriores gobiernos neoliberales.
Si Gurría no tiene calidad moral, y representa a un organismo que agrupa a 36 países, ¿entonces quién? ¿AMLO, qué nos miente un día sí y el otro también?
López Obrador nos está repitiendo la misma receta de Vicente Fox que se empeño en un “foxlandia” en el que todo era maravilloso y ahora nos quieren vender un “amloandia”, en el que se desprecia a los ricos y la clase media, y sin embargo el gobierno se apoya en ellos para sangrarlos y sacarles los recursos necesarios para subsidiar a los pobres, para regalarles dinero a través de programas que les permitan subsistir, pero sin salir de pobres.
El país necesita generar riqueza suficiente para sacar a los pobres de su condición y que ganen lo suficiente para que no necesiten de despensas, becas y apoyos para viejitos. Cuando el mexicano gane entre 8 mil y 10 mil pesos semanales, lo que gana un estadounidense y los europeos, a la mayoría le dará pena aceptar despensas y becas. En todo caso buscarán las becas para que sus hijos se vayan a estudiar a Alemania, a Francia, a Inglaterra, a recibir educación de calidad mundial.
Si Don Benito Juárez reviviera por unos minutos y revisara la información de lo que ha ocurrido en México en estos últimos cinco meses, seguramente diría: ¡La república está en riesgo!
Y es que no hay avances en ningún rubro de gobierno, el tiempo de gobernar se gasta en ocurrencias.
En otro tema, en los 19 días que van de la campaña, el PAN se ha consolidado en el territorio, trae las campañas más ruidosas y efectivas, con decenas de activistas apoyando a sus tres candidatos y con un trabajo efectivo en el territorio, con sus representantes de casillas, sus operadores en tierra.
El PRI aprovecha su experiencia en el territorio para hacer lo propio. Tiene gente muy fogueda que sabe mover las redes afectivas, conoce a los operadores que mueven gente. Saben el terreno que pisan.
Y vemos a un Morena con una campaña que centra su estrategia en la visita casa por casa, lo que hace materialmente imposible visitar 130 mil viviendas en 45 días. Su gran apuesta es que la figura de AMLO les dé el triunfo, lo que no ocurrió el año pasado, por cierto.
