Este próximo jueves en muchas casas de Nuevo Laredo, lo mismo que de Reynosa, de Matamoros y de muchos otros municipios de la frontera norte de nuestro país, habrán de celebrar el Día de Acción de Gracias.
Claro está que habrá quienes digan que dicho festejo es americano, y que por lo tanto los mexicanos no debemos celebrar el denominado “Thanksgiving Day”, como se le conoce precisamente en los Estados Unidos.
Pero, ¿que acaso el Día de San Valentín, el Día de la Coneja y la Nochebuena, no son también celebraciones americanas, y nosotros las hemos adoptado y por lo tanto las celebramos?
Entonces porque no festejar también el Día de Acción de Gracias, partiendo del hecho de que estamos siendo agradecidos con el Todopoderoso y Eterno, y justamente agradeciéndole lo que nos ha dado en el transcurso del año, sea bueno o sea malo, sea poco o sea mucho, pero a fin de cuentas, lo que cuenta, es que seguimos estando en este mundo, trazándonos nuestro propio destino.
Yo siempre he dicho que a los gringos les va de bien cómo les va, precisamente porque dedican un día a agradecer a Dios los parabienes obtenidos. El cuarto jueves del mes de noviembre es una tradición que se impusieron los americanos desde el siglo XVII y desde entonces la ejercen, y es para ello de hecho el día más importante del año, mayor incluso que la Navidad, el Año Nuevo y el Día de la Independencia.
Y claro está que si ellos se acuerdan de Dios cuando menos un día al año, Dios se acuerda de ellos todos los días del año, y por eso los gringos son los mejores en todo, porque cuentan con la gracia de Dios. Bueno, eso es lo que creo yo.
En México en cambio, que muchos presumimos de ser ampliamente católicos, no dedicamos un día a Dios; ni siquiera en su supuesto nacimiento, que se conmemora el 25 de diciembre, nos acordamos de Jesucristo, porque en muchas de las casas donde se reparten regalos, se olvidan de dar un obsequio al hijo de Dios. Su festejo lo tomamos de pretexto para embriagarnos, comer a saciar, bailar, divertirnos, convivir con los nuestros, pero para nada nos acordamos que conmemoramos el que Dios nos haya mandado a su hijo al mundo.
Afortunadamente en la frontera, en muchas casas se conmemora el Día de Acción de Gracias. Las familias se reúnen alrededor del tradicional pavo, oran y agradecen a Dios el apoyo recibido en el año, aún cuando el año todavía no termine. Pero se copia la tradición americana, y créanlo que aquellas familias que conmemoran dicho día les va bien, porque sin duda Dios los bendice por precisamente dedicarle un día, cuando menos acordarse de él y agradecerle lo que les brinda.
Claro está que cada quien tiene su idea de este festejo, que aunque gringo, cada vez se enraíza más en nuestra frontera, en el seno de nuestras familias.
No me queda más que desearles que tengan un buen Día de Acción de Gracias, lo practiquen o no, agradezcan o no. A fin de cuentas cada quien es libre de pensar y actuar como mejor lo crea conveniente.
Solo recuerden que el ser agradecido, es un don en la vida, y el ser agradecido ante Dios, es una bendición.
¡Feliz Día de Acción de Gracias!
