REQUIEM DE LOS TRATADOS
La actitud anti-sistema del nefasto y actual presidente de Estados Unidos, está en camino a destruir todo lo que implique la era global, en lo económico, en lo político y en lo social de Occidente. Vale por eso mismo, reflexionar de donde parte este histórico suceso. Nunca antes habían arribado al poder dos personajes cuyo atormentado ser los llevara a combatir e intentar destruir, con tanta perseverancia y ahínco el estado de cosas (status quo), nacional e internacional.
Cabe decir que tanto Barack Obama como Donald Trump, presidentes parteaguas en la vida nacional e internacional, vienen de una cultura anti-sistema, ganaron sus respectivas elecciones constitucionales, criticando y combatiendo todo lo establecido, con la falsa e incumplible promesa, de cambiar o destruir todo lo instituido, apoyados en el falso, también, debate de que las crisis sistémicas, que empobrecen y abren las brechas entre pobres y ricos, son producto del status quo, de los políticos y de las clases políticas asentadas en el beneficio y poder de Washington.
Ambos personajes fueron y son, en términos reales, para la vida social de la Unión Americana, y sus mayúsculos daños colaterales en el mundo occidental, quienes han revivido lo que parecía superado, el racismo, la anti-inmigración, los procesos de desculturización de origen, y con esto último, la posibilidad de crear una verdadera nación norteamericana, unida e integrada, (unicultural). Y para pero mal, el fin del sueño norteamericano.
Lo que sigue, es demoler el imperio, aislarse del resto del mundo y mirar solamente hacia adentro, sin un lugar, y menos de liderazgo, en la comunidad internacional; pensando y adentrándose cada vez más en el error, en tanto el resto de las naciones del mundo luchan por mantenerse y avanzar en la vida global, la integración y complementación económica y social.
Triste papel, pasar de ser por más de sesenta años un país hegemónico, solvente en lo económico y respetable por sus principios de libertad, democracia e igualdad. A ser un país, nuevamente en las puertas de la marginación internacional y el subdesarrollo económico, comandado ahora, por la codicia de los grupos financieros dueños de la especulación y el deterioro industrial.
Por fin, y al parecer, podremos asistir a la debacle del imperio del norte, provocado en esta su primera etapa, por el despertar o renacer de los grupos supremacistas blancos, que no pudieron pasar la prueba máxima y final que el destino les reservó. Aceptar que un afroamericano (un negro), ocupara la Casa Blanca y condujera al mundo. Que les diera a los blancos y a las naciones del mundo, lecciones de humanidad, racionalidad política y diplomática. Que fuera reconocido en el mundo entero por sus voluntades pacifistas, y que recibiera (un negro), el mayor galardón internacional, el Premio Novel a la paz.
Es inevitable creer, entonces que para el futuro próximo, el anti-multilateralismo del gobierno norteamericano lo llevará no tan solo a salirse del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (eso puede darse por un hecho), que no volverá al seno del TPP, que estará fuera no tan solo de la UNESCO y otras organizaciones humanitarias de las Naciones Unidas. No podemos dudar tampoco que emprenderá cualquier lucha y de que recogerá cualquier bandera, por absurda que parezca, con tal de seguir en su destructiva lucha contra los hombres y el status de Washington (equivalente a la mafia del poder).
Es casi increíble ver como el país más representativo de las tesis del consumo, cuyos componentes vertebran y hacen exitosa y fuerte su economía, del principio de la rentabilidad económica a priori y sobre cualquier bien social, de los emblemáticos capos del crimen organizado, exaltados en bien del negocio cinematográfico y las utilidades de la novelesca comercial.
Característico también de las grandes conquistas espaciales y el avance tecnológico; receptor permanente de las grandes corrientes de inversión que hacen fuerte su moneda, dueño del mayor equipamiento militar y arsenal de armas, se resigne a ver como es destruido por los falsos profetas y los afanes reversistas de un presidente (el actual), sin merecimientos políticos para serlo, sin formación ética ni compromisos programáticos de avanzada, y lo que es peor aún, sin ideología política alguna.
Es triste también, presenciar, cómo un hombre atormentado por los perores demonios que un ser humano pueda enfrentar, busca con perverso afán, destruir sin construir, apoyado tan solo en circunstancias de coyuntura, y el reflejos de un malestar social cuyo origen la sociedad misma desconoce. Un malestar colectivizado, y convertido en signo de nuestros tiempos, más bien, de los tiempos de cambio, que infunde temores y desasosiegos, en razón única de la desinformación y el bajo interés público de conocer y hacerse, para su propio bien, de las verdades que lo provocan.
NOS VEMOS Y LEEMOS EL PRÓXIMO MARTES.
